- Tienes que irte. Mi compañera de piso no soporta encontrarse desconocidos en nuestro cuarto de baño. Además, recién levantada no atiende a razones y ya hemos tenido demasiadas broncas al respecto.
Su primera mentira.
- Tranquila, me quedaré aquí acostado y si necesito mear lo haré en un bote. Nada de pisar el cuarto de baño.
- En serio. Tienes que irte.
- Vale.
No quiere irse. O quizás sí. Sabe que no es buena idea quedarse, pero irse no parece tampoco la solución. Intuye lo que vendrá después. Ella ya es dueña y señora de su cerebro. Puede que por eso la obedezca. Se viste y se dispone a marcharse.
- ¿Me das tu número de teléfono?
- ¿Para qué?
- Para llamarte, obviamente.
- No creo que sea buena idea.
- ¿Por qué?
- Porque no sé si quiero volver a follar contigo.
Su segunda mentira.
- Tranquila, no voy a agobiarte ni nada por el estilo. Es sólo por si alguna vez necesito un agujero donde meterla y no tengo ninguno a mano.
Su primera mentira.
- Vale. Apunta. 656227375. Pero utilízalo sólo como último recurso, cuando estés muy necesitado y no encuentres a nadie con quien aliviar tu necesidad.
- Tranquila. Lo más seguro es que jamás lo utilice.
Su segunda mentira.
- Por cierto, ¿cómo te llamas?
- María.
Su tercera mentira.
- ¿Y tú?
- Juan.
Su tercera mentira.
Antes de que cante el gallo me habrás mentido tres veces. Maldición bíblica de quienes se quieren sin quererse querer, de quienes se buscarán sin quererse buscar, de quienes no se separarán queriéndose separar.
1 comentario:
Un fragmento estupendo. Maldita simetría. Jodidas mentiras sin sentido después de una noche de casi verdades.
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