Escribo mentalmente todas las palabras que me gustaría recitarte sin pensar y las memorizo de carrerilla, pero cuando me tropiezo contigo me quedo en blanco, las olvido, se borran de la pizarra de mi disco duro. Cuando te alejas las reescribo y vuelvo a empollármelas como un loro, segura de que la próxima vez que se repita la escena ocurrirá lo mismo. Es mejor así. Son cosas que no deberías oír.
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