Estás metida hasta el cuello, pringada hasta las cejas, pero aún piensas que existe solución, que puedes sobrevivir indemne al naufragio. No te hundes con el barco. Hace tiempo que saltaste por la borda para nadar con los delfines y, sin embargo, lo único que has hecho hasta ahora es pelear a dentelladas con los tiburones. No te quieren, pero eres tú quien los hiere. Tus colmillos son más agudos que los suyos. Tus aletas mucho más firmes a la hora de fijar el rumbo. Nada en la espesura de la nada. Sumérgete en la hora más oscura de la madrugada. No te importe la ausencia de linternas. Hay salidas que sólo se encuentran a tientas.
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