No hay leyes que rijan la aproximación de nuestros cuerpos, pero sí su inevitable y necesaria separación. La casualidad del encuentro. La certeza del adiós. Una pincelada roja tiñe tu voz. El dolor. El amor. Una ficción. Ya no juego a la ruleta. El destino es más fuerte que el azar. Una vez te vi mirando el mar. Inmensidad. Tempestad. Eternidad. Tú me contemplaste llorar sin ningún tipo de piedad. Extraña mezcla de bondad y maldad. Ácido sabor a imposibilidad con exceso de sal.
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