Cerillas que prenden bajo la lluvia. Besos de tinta y papel. Pestañas que apuñalan la madrugada. Gemidos de vaho que empañan el otro lado del espejo. Mis dedos patinan sobre el cristal. Palabras impronunciables arañan el hielo. Moquea la angustia. Estornuda el hastío. Tose la inseguridad de estar contigo. Quisiera escapar del abrazo del tiempo, liberarme de la tiranía de este espacio, recortar los flecos de la tristeza arrastrada por el suelo. Quisiera acuchillar el parquet hasta que sangren las termitas que lo habitan. Cruje la escarcha de este invierno sin exorcizar. Tiemblan los reproches que no te atreves a formular. El viento escupe a nuestras caras ráfagas de huracanes de ultramar. Ni la omnipotencia de los dioses podrá evitar que se destruya aquello que nunca debió empezar.
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