Me emborracho de ti.
Bebo todas y cada una de tus palabras.
Sorbo poco a poco todos y cada uno de tus besos.
Recuerdo el suave tacto de tus largas manos.
El modo en que recorres mis nalgas y, a continuación, mis piernas.
El momento en el que introduces tu dedo índice en mi ombligo y el escalofrío que recorre mi espalda en ese instante.
Me pierdo en el mar infinito de tu mirada.
Me engancho a tu pícara sonrisa.
Dejo que cuentes todos y cada uno de mis lunares.
Comienzo a marearme cuando muerdes el lóbulo de mi oreja.
Cierro los ojos y los abro justo cuando suena el despertador.
4 comentarios:
No hay nada que me moleste más que despertar bruscamente cuando tengo un buen sueño. Besos.
te despertastes en lo mejor...como suele ocurrir en esos sueños
el despertador... lo odio tanto que me despierto antes de que suene y no le dejo hacer su trabajo.
saludos
Ay madre, qué calentón más tonto me acaba de entrar...
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