A veces creo que aún sigo atrapada en aquel verano de 2008, que nada ha cambiado desde entonces, por mucho que todo sea distinto. Me miro al espejo y veo los mismos miedos y sueños que sacudían mi alma aquellos días. La luz y las tinieblas que habitan en el fondo de mis pupilas son idénticas a las que ya residían allí por aquel entonces. Sólo las patas de gallo han incrementado su número e intensidad. Me gustaría que fuera cierto lo que todos piensan, haber madurado y decapitado a todos mis demonios (también a mis ángeles de la guarda), haberme desprendido de mi piel y ser capaz de enfundarme en el abrigo del confort burgués sin cargos de conciencia, pero no puedo. Finjo que no veo lo que veo, que no oigo lo que oigo, que no siento lo que siento. Los engaño a ellos, pero no a ti, tampoco a mí. Me observas desde lejos, calculando el tiempo que me resta para hacer realidad aquel juramento alcohólico e insomne. Te dije que no recordaba nada de aquella noche enrojecida por el rabioso llanto de la angustia. Sabías que mentía, pero no dijiste nada, convencido de que no son las palabras las que hieren, sino los silencios. Has callado desde entonces y yo no he parado de faltar a la verdad con mi nerviosa verborrea incontenible. Yo también te observo desde lejos, calculando los segundos que me separan del desastre. Será bonito contemplar cómo mi mundo estalla en mil esquirlas de marfil. Trato de liberarme del peso de la sinceridad de mi pretérito discurso. A veces pienso que lograré hacerlo, que ignoraré todo aquello que ahora sé y podré seguir interpretando el papel que me fue asignado al inicio de la función, pero es sólo un espejismo. Sé que nada ha cambiado desde entonces, por mucho que todo sea distinto. Hay promesas que no se pueden romper, sobre todo cuando se han escupido a la cara de la nada. Puede que sólo te quiera porque sé que, tras la detonación, recogerás mis pedazos y recompondrás el puzle. Pero si te amo es porque nunca desactivarás la bomba que oculto bajo el chaleco de mi traje de chaqueta. Tal vez, incluso aceleres la cuenta atrás. 3, 2, 1…
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