Intentaré no verte en la espuma de este mar mordido por una jauría de enloquecidos perros rabiosos. Intentaré no oírte en el graznido de las gaviotas que anuncian mi naufragio en la costa del Cantábrico. Intentaré no olerte en la sal que petrifica mi piel desnuda sobre la orilla de esta playa invernal. Intentaré no saborearte en los granos de arena que mastico sin tragar, mientras decido qué es mejor, si precipitarme en el mar o esperar hasta que las olas me vuelvan a centrifugar. Intentaré no palpar tu recuerdo en las fantasmagóricas sombras de esta prematura tarde de diciembre. Tal vez este viento huracanado logre finalmente borrarte de mi mente, antes de que todo mi ser salga dinamitado por los aires. No hay cometas en el cielo. Nadie practica kitesurf en Nochebuena.
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