martes, 7 de agosto de 2012

El hundimiento (III)

Bailemos. Juguemos. Cantemos. Finjamos que no viajamos en un Titanic que se hunde. Riamos por fuera, aunque lloremos por dentro. Pero ten cuidado. Los payasos llevan flores que arrojan agua a la cara de los espectadores. Puede que algún día no haya agua con la que llenar la flor y sea un ácido corrosivo el que salpique tus despreocupados ojos burgueses, absortos en la contemplación de este circo que hace tiempo que dejó de ser el mayor espectáculo del mundo.

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