domingo, 22 de enero de 2023

Licántropos

Anoche, en un universo paralelo, tú y yo nos conocimos de la forma en la que imaginé nuestro encuentro en esta realidad. Palabra por palabra, frase por frase, lección memorizada con saña en otra vida. Tu sonrisa era mi escudo. Mi sarcasmo, tu acicate. ¿Cómo se olvida aquello que se proyecta en la cara interna de los párpados, lo que es sin darnos cuenta, en contra de nuestra más férrea voluntad, sueños sin dueño que nos violan de madrugada, cuando más indefensos nos encontramos? Ni siquiera entonces me besaste. Hay cosas que llevan tiempo, varias encarnaciones, en realidad. Despierto encharcada. ¿Y tú? ¿También has visto lo que yo? ¿También sientes el temblor? Me fragmento en átomos inciertos, torrente de fuego y arena, estallido nuclear que devasta todos los rincones de mi cuarto. Me recompongo por inercia. Licuo tu ausencia bajo la ducha. Visto la pena de traje de chaqueta. Meto la ansiedad en el maletín de lo que ignoro. Labios rojos. Dolor granate. Un último vistazo en el espejo del cuchillo que hiende mi garganta cada día. Me he convertido en todo aquello que Holden detestaría, sin llegar a ser la quimera que tú crees desear. No, no es cierto. No te conozco. No sé qué quieres ni mucho menos qué necesitas. Me muerdo la cara interna de la mejilla derecha. Estúpida lunática que reverencia lo intangible, mientras fallece bajo el peso de todo lo que oprime. Invéntame, hasta que recupere mi entidad. Encuéntrame, antes de que el viento despiadado de este invierno en ciernes me borre definitivamente de la faz de la tierra.