miércoles, 31 de mayo de 2023

Profecías (I)

Volverá la noche y con ella el ulular del viento, los murciélagos del miedo, el lento descenso hacia el infierno. Pero, esta vez, será distinto: no me resistiré a beber el veneno, porque sé que el mismo forma parte de mí y que, en vez de matarme, apagará mi sed. Sí, hay alquitrán en lugar de sangre fluyendo por mis venas, pero se lo he negado tantas veces a los demás, que estuve a punto de creérmelo yo misma. ¿Cómo recuperar el centro cuando el mismo se halla a tantos metros bajo tierra? Era hermoso idolatrar el espejismo, mantener mis entrañas dentro del abdomen, no sentir el maremoto bajo mis pies. Pero este año es impar y el próximo bisiesto y mi cuerpo será desmembrado en el potro de tortura del invierno más negro.

miércoles, 17 de mayo de 2023

Los otros

Hay cadáveres sobre mi colchón. Me miran, con los ojos vacíos, colmados de ausencia, huecos de amor. ¿Y yo? ¿Sobre qué camas permanezco muerta mucho después de haberme ido? Oigo voces, murmullos de ultratumba, roce de sábanas, tintineo de cadenas contra el suelo. ¿Son ellos o soy yo quien los profiere? ¿Quién habla a través de mis labios cuando sólo la luz de la luna llena alumbra los trazados de mi mano? Hay espíritus que me son ajenos, pero que tocan el xilófono de mis costillas cada madrugada. Mi corazón late al ritmo de su melodía. Quisiera desacompasarlo, pero no sé cómo hacerlo. Soy la caja de resonancia del más allá, órgano oxidado de iglesia, tambor destemplado de Viernes Santo. A veces veo tu fantasma en la penumbra. Se ríe de mí y de mis vanos intentos de atraparlo en unas líneas que trasciendan el olvido. O puede que no, que la burla proceda del espejo, que tu espectro me deshabitara hace ya demasiado tiempo y que esto que me ronda no sea más que una sombra de mi sombra.

martes, 9 de mayo de 2023

Desastres (XVI)

Eres la regla de todas mis excepciones.

domingo, 7 de mayo de 2023

Mayo (II)

El sol oculta la luna. Grado 15 de Escorpio. Te suelto a ti, en lugar de a mi miedo.

Despierto, si es que llegué a dormir en algún momento, el mar oleando en mis simas, tu mirada burbujeando en mi piel.

Hay heridas que sólo la sal de tu lengua podría cicatrizar, pero el escozor que me provocaría el contacto con tus labios me frena.

Quiero y no quiero todo esto. Huyo con la esperanza de que me persigas. Me paro, cruzando los dedos para que me des alcance.

Vuelvo al origen, al error que no caduca, a la voz que dio forma a mis desvelos. Me columpio en sus metáforas. Me abrazo a sus aristas. Dejo que mi piel se rasgue en direcciones contrarias. Soy la asesina que llora sobre un cadáver acuchillado con mis propias manos.

No distingo tu sangre de la mía. Ambas encharcan el suelo. Ninguna coloreará de grana nuestro tísico recuerdo.

Mi esencia es el grito, la náusea, el aullido. Lo niego, porque sé que es cierto. Trato de engañarlos a ellos, ya que no sé mentir a mi reflejo. ¿Qué ves tú? ¿La verdad o la careta? Nunca me había asustado tanto una respuesta...

Disparo y espero y el tiempo muere entre mis dedos. Habito el espacio que flota entre estos párrafos. Me enamoro del vacío que los colma.

Te digo que no, que nunca estuvimos tan cerca del desastre como el año que nada turbaba nuestro sueño.

Sonríes y el universo es menos hostil que hace un instante y sé que, la próxima vez que colisionemos, mi cuerpo no hallará razones para poner tierra de por medio.

miércoles, 3 de mayo de 2023

Desastres (XV)

¿Y si su nombre no fue más que una profecía del tuyo?