miércoles, 2 de abril de 2014

Hambre (IV)

El tren ralentiza su marcha. Las tortugas aceleran el paso. Un lobo se camufla en el centro del rebaño. No morirás si saltas antes de llegar al túnel. Los Quelonios cruzan la meta mientras las liebres se echan la siesta. Los polvos de talco tiñen la piel del depredador, haciendo imposible que el pastor pueda reconocer el peligro. Se hace de noche en pleno día. Las corredoras de fondo se duchan dentro de su caparazón. La lana amortigua el dolor de los mordiscos. Vuelve a salir el sol. Morla y Casiopea no participarán en la media maratón de Nueva York. Un rastro de sangre marca el camino horadado por aquéllas que, sin saberlo, han perdido un pedazo de su carne. Regresas a tu asiento y contemplas el difuso paisaje que se desvanece al otro lado del cristal. En Boston, varios contenedores vuelan por los aires. Sólo se siente ahíto quien aún conserva restos de comida entre los dientes.

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