martes, 4 de febrero de 2020

Intento de asesinato

Me corté el dedo anular con el papel de tu carta más esquiva, agazapada en el rincón más tenebroso de mi bolso, justo al lado de tres tampones súper y dos condones a punto de caducar. El corte fue limpio, a la par que doloroso. Murieron varias de mis células y un hilo de sangre se escapó de mis capilares más superficiales. Chupé la minúscula herida, cerré los ojos e imaginé que era tu saliva la que trataba de desinfectar el escozor causado por la celulosa homicida, pero mi lengua no puede competir con la pericia de la tuya y el espejismo de tus labios aprisionando la yema de mi dedo damnificado se esfumó antes de tiempo, a lomos de la primera ráfaga de viento. Maldigo el papel que me ha hecho sangrar dos veces: una al leerlo y otra al rozarlo. Y, mientras trato de ignorar el dolor causado por ambos ataques, intento adivinar cuándo tendrá lugar su tercer y definitivo intento de asesinato.

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