jueves, 24 de mayo de 2012

Paradojas lunáticas (II)

Un bebé llora de madrugada porque no sabe quién quiere que lo coja en brazos, si quien lo trajo al mundo o quien acabó con su vida antes de tiempo. Una vagina sangra. Dos perros ladran. Tres enfermeras callan. El llanto se alarga, no acaba, rebota en la nada, explota en la cama. Pobrecito, el bebé no sabe que quien lo trajo al mundo fue quien acabó con su vida antes de tiempo, aunque fueran otras las manos que hicieron el trabajo sucio. Pero perdonen; para ser fiel a la realidad, según los más entendidos, no debería hablar de bebé. Así, pues, continuemos con la historia. Un feto es arrojado a la basura. Una madre deja de ser madre. Es ella quien debería llorar, pero no lo hace, aún no. Lo hará varios años después, cuando el hijo que sí quería tener nazca muerto. Las enfermeras callan. Dos perros ladran. Sangra la madrugada.

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