miércoles, 8 de marzo de 2017

Derrotas (VI)

Voy a dejar que el destino haga su trabajo, que el viento empuje mi sombra hasta tus brazos o que la marea escupa tu cadáver en mis orillas (nuestras lágrimas son la lluvia que ahora empapa a las hormigas). Voy a jugar a la ruleta rusa con mis miedos, a contemplar cómo fallecen los que nunca tuvieron la suerte de su lado, víctimas de un azar cruel y enrabietado (¿cuántas campanadas necesitas para desaparecer sin dejar rastro?). Voy a caminar desnuda sobre el alambre de una posibilidad que aún no se ha inventado, a hacer piruetas en un milímetro cuadrado, a bailar claqué entre los intersticios de los huesos de tu costado desdentado (jamás podremos recordar aquello que no hemos olvidado). Voy a reír cuando todos lloren, a hablar cuando todos callen y a zurcir mis labios cuando todos griten las mentiras que sus abuelos vomitaron (el silencio no mata, pero hiere de soslayo). Voy a demostrarte que el azar no existe, que todos los incendios son, de alguna manera, provocados, que todas las muertes tienen sentido, aunque no se lo encontremos a primera vista (no son las hojas secas las que crujen a cada paso que dudamos, son nuestros huesos los que gimen a cada minuto malgastado). Voy a aceptar lo que he perdido, a decapitar mi orgullo y lamer la sangre del vencido (vuelve, hasta que termine de aceptar que ya te has ido).

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