jueves, 8 de mayo de 2025

¿Cómo estás? ¿Qué es de tu vida?

¿Cómo estás? ¿Qué es de tu vida? ¿Con qué brazos abrigas ahora tu melancólica nostalgia? Yo vomito tinta todos los días (aunque no siempre sobre el papel), bailo a solas por las noches y trato, en vano, de convencerme de que he cerrado heridas que continúan sangrando las madrugadas de luna llena. Despierto siempre antes de tiempo, la cabeza anegada de fantasmas tan míos como ajenos. No consigo despegarlos de la punta de mis dedos, forman parte del tiovivo de mis huellas dactilares, ululan bajo mis uñas, epilepsian mis falanges, hasta descoyuntar todas las articulaciones de mis manos. No, no es un desastre. El desastre es que la gente no entienda que toda yo soy una tumba de secretos susurrados desde universos paralelamente divergentes al nuestro. No, tú tampoco lo comprendiste. Te asustó esa pena que me embarga en los días más alegres, cuando todos ríen y flotan en la ligereza de la ausencia de problemas y yo intuyo la corriente soterrada que brama bajo sus pies dichosos. No supiste digerir la hondura de los silencios que latían en cada uno de los tequieros que no decía. Te dejaste engañar por la brillantez de mi sonrisa a prueba de desgracias, ignorando la lluvia que anegaba las canciones que me servían de tabla de salvación. No, no quisiste aceptar que una mujer prendada de poetas tísicos y suicidas inventara extrañas formas de toser sangre y arrojarse a las vías del tren. Pero, especialmente, no quisiste ver todo lo que implicaba que yo me enamorara de ti.

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