martes, 16 de septiembre de 2008

Lunática II

Una enorme y redonda luna llena me contempla mientras escribo estas líneas y yo intento no dejarme atrapar por su hipnótico brillo.

Abro la ventana y respiro el fresco aire de la noche.

El silencio lo envuelve todo a mi alrededor.

De pronto, el ladrido del perro del vecino perturba la quietud de las calles solitarias.

Contemplo con fastidio al impertinente chucho y me doy cuenta de que él también se encuentra bajo el influjo de la diosa selene.

Es a ella a quien ladra con ahínco, tras los barrotes del balcón que constituye su prisión.

Me gustaría comprender su lenguaje y que él comprendiera el mío y, sin embargo, puede que no seamos tan distintos.

Levanto la vista y me dejo atrapar por la blancura del satélite terrestre.

Una vez más, la marea de mis sentimientos sube y baja frenéticamente.

El pulso se me acelera y siento una imperiosa necesidad de actuar sin perseguir ningún tipo de objetivo, únicamente guiada por mis incomprensibles y primarios instintos.

Pero la luna llena no tardará en decrecer y con ella disminuirá también la plenitud de mi alma.

Y con la luna nueva se renovarán mis fuerzas y poco a poco mi alma volverá a colmarse de sentimientos encontrados y se expandirá hasta alcanzar la plenitud de estos días.

28 días girando al ritmo marcado por la luna.

28 días buscándola cada noche.

28 días para que todo vuelva a empezar.

28 días dando tumbos sin parar.

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