viernes, 8 de enero de 2010

Pedro Casariego Córdoba (Pe Cas Cor)



Hoy hace 17 años que Pedro Casariego Córdoba se arrojó a las vías de un tren. Por aquel entonces, yo no tenía ni la más remota idea de que existía, así que no pude llorar su muerte como se merecía. Fue allá por 2000 o 2001 cuando me tropecé con él y con sus versos "No me des un beso inteligente. No quiero un beso cruel". Aunque, en aquel momento, poco sabía de la autoría de una verdad a medias tan sumamente atractiva como la antedicha. En realidad, lo único que podía afirmar por aquel entonces es que la frase había sido ideada por Pe Cas Cor. Ésa era la única información de que disponía.

Intenté buscar algo más por internet, pero sólo me topé con otras frases suyas. Nada más. Y, por alguna extraña asociación mental, me dio por pensar que se trataba de una poetisa-filósofa francesa de principios del siglo XX, una nueva Simone de Beauvoir, pero dedicada predominantemente a la poesía, en lugar de a la novela.

Hasta el año pasado no averigüé que Pe Cas Cor no era una mujer, ni era francés, aunque sí poeta y, al menos para mí, filósofo. ¿Cómo llegué a realizar tan magnos descubrimientos? Pues un día que vagabundeaba por los estantes de la biblioteca me tropecé con un libro de Nicolás Casariego. Su título, "Lo siento, la suma de los colores da negro", me fascinó inmediatamente y, después de leer en el resumen de la contraportada que se trataba de una serie de relatos, el primero de los cuales tenía por protagonista a una cucaracha, no dudé ni un segundo de que debía llevármelo a casa.

Cuando terminé de leerlo estaba tan entusiasmada con mi nuevo descubrimiento literario que comencé a buscar cosas sobre su autor y me sorprendí gratamente al averiguar que, no sólo era hermano de Martín Casariego Córdoba, como ya sospechaba, sino también de Pedro Casariego Córdoba, más conocido como Pe Cas Cor. Así se cerró un primer círculo, ya que la frase de Pe Cas Cor citada más arriba la encontré transcrita al comienzo de "Y decirte alguna estupidez, por ejemplo, te quiero"; una de las historias de amor más bellas que he leído nunca, a pesar de haber sido publicada en una colección de libros juveniles. Y, como es lógico, no pude resistirme a abrir nuevos círculos, uno por cada obra de los hermanos Casariego Córdoba que he leído o que leeré en un futuro.

De lo que no cabe la menor duda es de que Pedro fue un adelantado a su tiempo, un poeta del siglo XXIII y un filósofo de finales del XXI (de su obra pictórica no comento nada por mi amplio desconocimiento de la misma). Supongo que por eso y porque él mismo odiaba cualquier tipo de promoción de su obra es tan poco conocido. Ésa es la razón de que me ponga enferma el mercado editorial. Una industria en la que sólo se hace publicidad de quien esté dispuesto a pagar dinero por ello y a realizar las concesiones artísticas necesarias para convertirse en una máquina de fabricar best-sellers no merece ninguno de mis respetos. Ojalá los críticos literarios fueran capaces de ver más allá de sus propios ombligos y se preocuparan un poquito de ensalzar a quien merece ser ensalzado. Mientras llegamos a ese nirvana artístico, yo no me cansaré de repetir que Pe Cas Cor es un poeta intemporal y eterno que supo como nadie retratar esta insípida y gris sociedad capitalista y pintarla con los matizados colores de la paleta de sus sentimientos hiperestésicos. Para muestra, un botón:

"Afeitarse todos los días puede ser un pecado terrible. Afeitarse todos los días es alejarse definitivamente del arrayán y del aire. Admiro a las secretarias que se afeitan cada mañana antes de ir en helicóptero a las oficinas del centro y de cristal. Esas pecadoras modernas irradian ternura y tienen una moral a prueba de bomba. Cuando cometen una falta de ortografía nace una flor. Cuando me miro en el espejo veo un hombre de un solo color, de un solo pantalón, de un solo disco, de una sola pieza, de 28 años: azul, tela eterna, Breezin', un rompecabezas, 28 años. Sólo me lavo a fondo cuando la vislumbro. Cuido con esmero el pequeño jardín de mis padres. Olvido los nombres de las plantas y de las flores. Bebo café entre los obreros y ya sólo invento horarios fijos: sólo soy un verdadero artista mientras vacío el lavaplatos. Mis gafas se me antojan tan crueles e indispensables como la risa de Dios.

Todos seremos pianistas si desaparecen los pianos.

Justo es reconocer que cuando me miro en el espejo veo un hombre acabado. Por ello me sorprende que se me haya brindado la oportunidad de acceder a estas páginas limpias y secas para hablar de mis palabras. La única razón que encuentro a esta convocatoria, pecado multiplicado por mi asentimiento a ella, es que quizá existiera en mí un buen principio, prolífico y asesino de lo verde como la hormiga. Lo aquí grabado corresponde a aquellos días azules. El color azul fue y es mi única excusa, mi primera y única coartada".

2 comentarios:

Azucena Sánchez dijo...

No es curioso la forma en la que una tropieza con libros y autores fascinantes? Hoy buscaba una canción y de pronto me encuentro con el nombre de este poeta. Buscaré su poesía.
Saludos desde México

Anónimo dijo...

Pedro Casariego Cordoba en Silence (Suicidios Ejemplares)
http://silence-silencers.blogspot.com