martes, 31 de agosto de 2010

Un poco de baloncesto



Pierdes ante Lituania por tres puntos y unos segundos te separan de tu segunda derrota en el Mundial. ¿Qué haces?

Cualquier persona medianamente normal habría dejado que la subiera el eléctrico Llull y que ese especialista en el tiro del todo o nada llamado Navarro se jugara el triple que podría conducirnos a la prórroga. Luego, Dios dirá. Otra combinación acertada habría sido dejar que la subiera Ricky y que Navarro se jugara el triple. O que la subiera Llull y que Rudy se jugara el triple. O que la subiera Ricky y que Rudy se jugara el triple. O, incluso, si quieres sorprender a propios y extraños, que la subiera Navarro y que Rudy se jugara el triple. O que, la suba quien la suba (Llull, Ricky, Navarro, hasta Rudy), se juegue el triple un tío que, en este campeonato, lleva un 70 % en triples y que responde al nombre de Garbajosa. O, si quieres buscarle tres pies al gato, dejas que la suba cualquiera de los incluidos en el paréntesis anterior y pones el triple en manos del cada vez más fiable y enorme Felipe. Cualquiera de las anteriores combinaciones podría habernos salido bien y, en caso de haberla cagado, al menos no tendríamos la acidez de estómago que padezco en estos momentos.

Pero no, si te crees un gurú del baloncesto, como Scariolo, lo que haces es levantar del banquillo al que, lesionado Calderón, cualquiera consideraría como el tercer base de España. Lo has tenido sentado casi todo el partido y cualquiera que haya visto algún partido de la ACB o del Europeo del año pasado sabrá que Raúl es un pringado experto en cagarla en la última jugada. Pero tú lo pones en pista y le dices que suba el balón para que se la pase a Ricky y que éste se juegue el tiro decisivo. ¡Ricky! Cuyo porcentaje en triples prefiero no consultar, aunque intuyo que se encuentra muy por debajo de los tiradores citados en el párrafo anterior. ¿Y cuál es el desenlace? Pues Raúl, por enésima vez en su carrera deportiva, la caga estrepitosamente y pierde el balón antes de conseguir que llegue a las manos del tampoco muy fiable para estos cometidos Ricky. Y mientras a todos se nos queda cara de idiotas y una incipiente úlcera en el estómago, Scariolo se va al vestuario tan contento convencido de la genialidad de su estrategia. Su objetivo es reinventar el baloncesto, no ganar partidos o campeonatos, y esta noche lo ha conseguido plenamente. Puede dormir tranquilo. Lo de tener sentados casi todo el tercer cuarto a Llull y Felipe o no sacar ni un segundo a Claver y San Emeterio o dejar que 18 puntos de ventaja se esfumen mientras te limas tranquilamente tus maravillosas uñas de modelo italiano fue sólo la punta del iceberg. Pero, claro, a Scariolo no se le critica, que es un genio del baloncesto escogido por ese gran directivo llamado José Luis Sáez. La culpa es de los jugadores, que son malísimos. Ninguno es titular en su equipo, ninguno ha jugado en la NBA, ninguno ha ganado partidos en los últimos segundos. Sí, la culpa es de ellos, que no saben lo que es el baloncesto.

Y ya que apostar por una victoria de España en este Mundial no tiene emoción ninguna, pues todo el mundo sabe que con esta pésima colección de jugadores es imposible ganar, propongo a todos los aficionados al baloncesto que nos entretengamos con otro tipo de apuestas. ¿Cuántas veces se mirará al espejo Sergio Scariolo antes de salir de casa? ¿O cuántos kilos engordará el cerdito de Sáez antes de que nos tengamos que largar de Turquía? Hagan sus apuestas señoras y señores.

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