domingo, 24 de abril de 2011

El cajón de la ropa interior

Hace frío dentro del cajón, pero la ropa interior que lo habita no sabe expresarlo con palabras. Fuera, su dueña se calienta bajo un nórdico de plumón de oca húngara, pero dentro de la cómoda no existen edredones ni mantas y las bragas y los sujetadores tiritan durante toda la noche. Antes, el tacto de sus dedos generaba una corriente eléctrica de alto voltaje que los mantenía a una temperatura caribeña durante varias semanas, pero son muchos los meses que han pasado desde la última vez en que fueron rozados por las palmas abiertas de sus manos. Ahora ella ha desterrado el negro y el rojo, los tangas y los ligueros, el raso y los encajes y sobrevive a base de bragas monacales y sujetadores prenatales; mientras, los descartados y olvidados se congelan en la soledad de la madera que controla su libertinaje y libidinosidad.

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