sábado, 23 de abril de 2011

Tres céntimos (VI)

Tras el entierro, el padre de Mónica ahogó los aullidos de su corazón en dos litros de Jack Daniel’s, mientras las gigantescas facturas médicas del último medio año estrangulaban sus, hasta entonces, abultadas cuentas corrientes. Poco le importaba estar en bancarrota. La vida de su hija valía todo el dinero del mundo, aunque los millones gastados no hubieran servido para salvarla.

Nunca supo que los antibióticos que decidió enviar a Camerún habrían salvado la vida de Akeem y que, de haber sobrevivido a esa neumonía, Akeem habría conocido a la hermana Agnes el 4 de febrero de 1.995. Esta incansable monjita de 27 años habría intuido el gigantesco valor de la vida de Akeem y no habría parado hasta conseguir que una familia estadounidense lo acogiera durante los meses de verano. Bueno, en realidad la hermana Agnes consideraba que cualquier vida tenía un valor gigantesco y luchaba con uñas y dientes por rescatar a los más desahuciados. En EEUU, Akeem no sólo habría aprendido a leer y a escribir, a multiplicar y a dividir o a resolver ecuaciones de primer grado; sino que uno de sus profesores, intrigado ante la facilidad con que Akeem aprendería cualquier cosa que decidiera enseñarle, se habría aventurado a medir su cociente intelectual, descubriendo su impresionante 220. A partir de ahí todo habría sido fácil y sencillo. La educación primaria le habría sido impartida en un par de meses, la secundaria en menos de un año, las siete carreras universitarias por las que se habría interesado las habría cursado en menos de un lustro. Finalmente se habría decantado por la investigación científica. En 2.014 habría ganado el Premio Nobel de Medicina, tras descifrar el mecanismo del cáncer y hallar la cura para esta despiadada enfermedad. En 2.015 volvería a ganar este renombrado premio tras descubrir la vacuna para evitar el desarrollo de cualquier tipo de cáncer. Antes de morir a los 87 años de un infarto cerebral, sus descubrimientos científicos le habrían hecho merecedor del Premio Nobel en 17 ocasiones más.

Desgraciadamente, Akeem murió de neumonía el 10 de diciembre de 1.994 por falta de antibióticos y hubo que esperar al 2.144 para poder afirmar, sin ningún género de duda, que la humanidad había vencido a la enfermedad del siglo XXI. Lástima que para entonces ya hubiera surgido la enfermedad del siglo XXII.

Mucho antes de eso, el 7 de diciembre de 2.017, murió, alcoholizado y arruinado, el padre de Mónica. Hasta el último instante siguió creyendo que su hija valía todo el oro del mundo. Nunca supo que salvar su vida le habría costado tres céntimos.

FIN

2 comentarios:

Anónimo dijo...

He visto los libros que lees y tu manera de escribir, y he de decirte que estoy escribiendo un libro que te podría gustar mucho. Si lo termino y lo publico reapareceré y te lo diré.

moonriver dijo...

Intento leer libros que creo que pueden gustarme, aunque no siempre lo consigo (véase "Ghostgirl: el regreso", libro infame donde los haya). Pero seguro que, como dices, el tuyo podría gustarme mucho, así que avísame cuando lo acabes y lo publiques. Será un placer leerlo.