lunes, 25 de julio de 2011

Cumpleaños

No es cierto que me duela el cuerpo cada vez que te haces el muerto. Eres sólo un trocito de cristal incrustado en mi femoral. Si te extirpo me desangro. Si te dejo me haces daño. Tú, perro del hortelano que siempre muerde mi mano. Yo, ilusa obtusa intrusa sin ninguna escusa. Fallecieron todas las musas, pero aún queda algo de poesía en tu manera de pedir a Dios un nuevo corazón, aderezado con sal y limón para absorber mejor todo el tequila que derramas sin compasión. Vete sin decir adiós o te encerraré en el cajón que alberga la escurridiza sombra del niño que no quiere crecer, siempre dispuesta a escapar por la rendija más estrecha de toda la ciudad. Y se escapó y no volvió y ahora yo crezco sin remisión.

2 comentarios:

Yeamon Kemp dijo...

Aún queda algo de poesía. Menos mal.

moonriver dijo...

Ya lo dijo Bécquer: "podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía".