martes, 30 de diciembre de 2008

Elisa

Elisa se siente como una colilla a medio consumir tirada en la gris acera de la calle. No es la primera vez que la abandonan, pero sí es la vez que más le ha dolido, sobre todo, por lo inesperado de la situación. Pensaba que todo iba bien, que Javi y ella se entendían a la perfección y, de repente, sin ningún tipo de aviso previo, él le suelta que ya no la quiere y que se ha enamorado de otra. Jura y perjura que no le ha puesto los cuernos; pero, por más que lo intenta, Elisa no consigue creerlo. La clase de hoy le resulta insoportable. Los números de la pizarra son fríos y áridos. No le gusta la estadística. Antes la adoraba, pero ahora la odia. Porque la estadística dice que las probabilidades de que encuentre a su alma gemela, en caso de que exista, tienden a cero. Y la probabilidad de encontrar a una pareja para toda la vida también es excesivamente ridícula. Intenta convencerse de que la estadística es una tontería, de que sus profesores no tienen razón. Pero los números no mienten y rasgan poco a poco su idealismo, convirtiendo en jirones sus sueños adolescentes. Hoy Elisa se siente como una colilla a medio consumir tirada en la gris acera de la calle. Sólo espera que alguien la aplaste pronto hasta apagarla por completo. O que algún idiota la recoja del suelo y la apure hasta terminar de consumirse.

1 comentario:

Laura dijo...

Cualquiera de las dos opciones me parece igual de triste.
Besos.