lunes, 4 de junio de 2012

Heridas (VI)

Lloras todo el dolor que llevas dentro, tratando de lavar tus pecados más sucios, pero sólo consigues manchar de rímel la almohada, de rojo tu nariz y tu mirada de gris. Sabes que este sufrimiento nunca terminará y le gritas al viento deseos que tu ángel de la guarda no se molestará en tratar de convertir en realidad. Ya nadie cree en los cuentos de hadas, tan sólo tú, pero ningún espíritu mágico enjuga tu llanto ni limpia tu herida. La fe consiste en eso, en creer en lo que no se puede ver, en defender lo que nadie es capaz de demostrar, en sentir que, a pesar de todo, vale la pena vivir.

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