jueves, 14 de junio de 2012

La carta

Me corté el dedo anular con el papel de tu carta más lasciva, escondida en el rincón más oscuro de mi bolso, justo al lado de tres tampones súper y dos condones Durex a punto de caducar. El corte fue limpio, pero doloroso. Murieron varias de mis células y un hilo de sangre se fugó de mis capilares más superficiales. Chupé la minúscula herida. Cerré los ojos e imaginé que era tu saliva la que trataba de calmar el escozor causado por la celulosa homicida, pero mi lengua no sabe competir con la pericia de la tuya y el espejismo de tus labios aprisionando la yema de mi dedo damnificado se esfumó antes de tiempo, volando a la velocidad del rayo. Maldigo el papel que me ha hecho sangrar dos veces, una al leerlo y otra al rozarlo, mientras trato de ignorar el dolor causado por ambos ataques e intento adivinar cuándo tendrá lugar el tercer y definitivo intento de asesinato.

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