miércoles, 16 de enero de 2008

Diario de John Stuart Mill

16 de enero de 1854.
En un carácter, es un defecto inmenso el que carezca de sentido del humor. Un carácter que está por completo privado de humor no puede suscitar ni respeto ni simpatía. La seriedad debe ser el fondo de todos los caracteres de que merece hablarse. Pero una cierta infusión de filósofo jocoso, incluso en su forma menos popular, un estar abierto a esa visión de las cosas que, al mostrarlas por su lado cómico, hace que cualquier preocupación exagerada acerca de ellas parezca infantil y ridícula, es una ayuda prodigiosa para soportar los males de la vida, y pienso que ha salvado a más de una persona de volverse loca. También (el sentido del humor) es hasta necesario para que se dé un intelecto especial. El lado desdeñable de las cosas es una parte, si bien sólo una parte, de su verdad; y ser incapaces de ver y sentir esa parte con igual fuerza y claridad que cualquier otra, ser ciegos a ese aspecto de las cosas que fue el único que los cínicos escogieron mirar, es limitarse a verlas sólo por mitades. Siempre parece haber algo de atrofia en el intelecto de aquellos que carecen de humor, por muy dedicados y entusiastas que sean, y aunque sean personas altamente cultivadas, como suele ser el caso.

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