jueves, 15 de mayo de 2008

Obsesiva-compulsiva I

Últimamente me meto mucho con una de las personas que más quiero en este mundo porque, como no paro de repetirle, es un obsesivo-compulsivo y, lo que es peor, le gusta y no quiere remediarlo. El caso es que le entiendo, porque yo también soy una obsesiva-compulsiva orgullosa de serlo. Mi problema es que tengo demasiadas obsesiones-compulsiones. Hoy voy a hablar sólo de una de ellas: los libros.
Ya desde pequeña constituían una auténtica obsesión para mí. En una primera fase, mi obsesión-compulsión consistía en que mi madre me leyera todas las noches, sin excepción. Después, aprendí a leer y comencé a devorar ávidamente todo tipo de libros, convirtiéndome en una lectora compulsiva e indiscriminada: tan pronto me cogía un libro de Barco de Vapor que me sorbía uno de Memorias de la Historia.
Claro que, antes, vino la obsesión-compulsión de destruir un libro irrompible. Hay una canción de Dido, "No angel", con la que me siento especialmente identificada, en la que dice: "If you tell me that I can't, I will, I will, I'll try all night" (si me dices que no puedo hacerlo, lo intentaré toda la noche, para que alguno que otro que lee esto y no sabe inglés no me llame como un loco para preguntarme qué significa). El caso es que cuando mi madre me regaló mi primer cuento irrompible, le pregunté qué tenía de especial y ella me dijo muy contenta que no se podía romper. En cuanto oí la palabra NO, una alarmita saltó en mi cabeza y mi principal objetivo en la vida consistió en romper el cuento irrompible de los cojones. Me costó lo mío. Invertí muchas horas de sangre, sudor y lágrimas; hasta que, por fin, descubrí que el cartón estaba constituido por capas, que, con un poco de maña y perseverancia, podías separar, destruyendo así el jodido libro. A mi pobre madre casi le da un síncope al verlo.
El caso es que me convertí en una lectora obsesiva-compulsiva y, poco después, en una compradora obsesiva-compulsiva de libros. Mi problema es que cada vez que llegaba la revista del Círculo de Lectores a mi casa descubría cientos de libros que me interesaba leer y, claro, sentía la necesidad de comprarlos y obligaba a mi sufrida madre a hacerlo. La cosa empeoró cuando me vine a estudiar a Madrid. En primer lugar, disponía de una bonita tarjeta de crédito y, en segundo lugar, había un Crisol estupendo en la esquina de mi calle. Así que, cuando me aburría, allá que me iba en busca de nuevos descubrimientos literarios y de nuevas ofertas, que los libros son como la ropa y también los ponen en rebajas. ¡Ay! Creo que todavía no me he leído ni la mitad de lo que compré por aquella época. Pero claro, además, del tiempo, también hay otros bienes escasos, como el espacio. Vamos, que o disminuía el ritmo de adquisición de libros o tenía que irme de casa para meterlos dentro.
Y así fue como descubrí el placer de las bibliotecas públicas. Y diréis: pues vaya imbécil, mira que no darse cuenta antes. Y tenéis razón, para algunas cosas soy un poco cortita; pero es que mi obsesión-compulsión no consiste sólo en leer libros, sino en poseerlos y poder disponer de ellos a mi antojo. Así que no utilicé las bibliotecas hasta que me di cuenta de que había libros que quería leer; pero que, por diversas razones, no necesitaba poseer. Y así fue cómo empecé a acudir a bibliotecas y comencé a disfrutar del inmenso placer de recorrer sus pasillos, mirando a ambos lados y esperando a que el libro adecuado para ese momento llamara de alguna forma mi atención y, entonces, cogerlo y dirigirme al mostrador de la biblio y llevármelo a casa y descubrir sus secretos, aunque tenga un millón de libros comprados a la espera de ser leídos. Porque cada cosa tiene su momento y su lugar y los libros no son una excepción. Y sí, ahora soy una prestataria obsesiva-compulsiva de libros y disfruto enormemente con ello.

3 comentarios:

Laura dijo...

A mi también me encantan los libros, tengo tantos que me he tenido que borrar de Círculo de Lectores. Lo cierto es que por falta de tiempo, y últimamente por desgana, tengo bastantes por leer.

Marta Diez dijo...

Yo soy de las que va a la Casa del libro y si no me controlo puedo salir con más de dos y más de tres adquisiciones. Tengo también bastantes por leer.

Dita Ciccone dijo...

Coincido... a mí me persiguen las bibliotecarias por los pasillos de las biblios, para que busque obras usando el ordenador, y no desordene las estanterías... pero a mí eso no me gusta, me gusta recorrer los pasillos, tocar, sacar libros, ojearlos... ¿tan difícil es de entender?... cómo se ponen...
LIBROS, LIBROS... mmm, me los comería todos si ello implicase comer las historias que cuentan
Un beso