martes, 30 de junio de 2009

Amnesia

A veces se me olvida lo que pienso y otras pienso que olvido lo que nunca desaparece de mi mente.

Puede que no creas en mí.

Puede que dudes de ti.

Puede que debas alejarte de aquí.

O puede que esto sólo sea una fase sin desfase que acelera o ralentiza toda tu existencia dependiendo de hacia donde sople el viento de tu aliento.

Se me rompen las entrañas y se me quiebran las legañas cuando al despertar escucho que hace mucho que extrañas no tener maña para abrir castañas.

Será que echas de menos la navidad oportunista de tus tías consumistas.

Yo me quedo con el verano sin patrimonio de los que están hasta el moño de correr en pos del sueño americano.

Me conformo con tener un enano que encante mis noches sin dueño y me cante nanas cuando no tenga sueño.

¿Recuerdas los versos hechizados del poeta malhadado mal recitados por el chaval nunca perdonado por dejar de jugar antes de mirar su edad?

Sé que sigues siendo Peter Pan.

Pero yo nunca fui Wendy. Ni siquiera Campanilla. Tan sólo una niña perdida amada sin medida por los escondrijos del bosque animado.

Y no me digas que se acabó lo que se daba, porque sólo yo decido el momento en que comienza el olvido.

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