jueves, 11 de junio de 2009

Sonia

Sonia vuelve a tener palpitaciones inexplicables e inexplicadas, presentimientos inconcretos e informes, mareos ingrávidos e inválidos. Sabe que algo le pasa, pero no tiene ni idea de qué se trata. Sabe que algo está a punto de ocurrirle; pero, por más que lo intenta, no consigue imaginarse el próximo capítulo de su tragicómica existencia. Sabe que le ha pasado algo importante, pero no se dio cuenta de ello y lo confundió con un hecho insignificante. Suena el móvil y pega un respingo. ¿Será Él? Pero, desgraciadamente, enseguida se da cuenta de que no le conoce todavía y que, por tanto, es imposible que Él tenga su teléfono o que se le ocurra llamarla. ¿O quizá sí? ¿Y si Él fuera un comercial encargado de intentar encasquetarle cualquier producto inútil o un empleado de su banco que tiene que comunicarle oficialmente que su cuenta bancaria nunca será la de Botín o un funcionario del Estado con la misión de requerirle cualquier tipo de información o...? Loca de emoción se avalanza sobre la mesa, apresa el móvil entre sus garras y llega justo a tiempo de oír cómo se extingue el último tono de la infernal máquina. Mira el número y descubre que la estaba llamando un móvil no introducido en la memoria del suyo. ¿Y si, después de todo, fuera Él? Esperar a que llame de nuevo o llamar ella y despejar todas las dudas existenciales: he ahí la cuestión hamletiana. Las palpitaciones aumentan, comienza la sudoración fría y aparecen los pinchazos en el estómago. Puede que se esté poniendo mala. Incluso es posible que tenga fiebre. O puede que no quiera saber quién coño la ha llamado. Es más puede que, en el fondo, no quiera conocerLo. Puede que prefiera los amores superficiales y efímeros. Puede que no quiera atarse a nadie y, mucho menos que a nadie, a Él. Porque Él la adivinará demasiado bien y eso siempre es demasiado peligroso. Así que tira el móvil en el sofá y se toma un ibuprofeno, intentando convencerse de que también sirve para bajar la fiebre del alma. ¡Pobre Sonia! No sabe que Le conoció hace mucho mucho tiempo y que Se reencontrarán dentro de poco muy poco tiempo. Y, por más que lo intente, Ella no podrá escapar de Él y Él no podrá apartarse de ella. Está escrito en las estrellas y en las palmas de Sus manos. Y no se puede engañar ni a la astrología ni a la quiromancia. ¡Pobre Sonia! Tampoco sabe que los astros equivocaron sus razonamientos para que no contestara esa maldita llamada, la única que podía haber torcido las líneas del destino.

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