miércoles, 4 de noviembre de 2009

Jakob

Jakob descompone en minúsculos haces la radiante luz de los focos y se enamora de sus diferentes tonalidades y su cambiante textura. No comprende cómo puede existir tanta belleza en algo tan simple. Quiere aprender a aprehender el polvo suspendido en mitad de los rayos creados por las bombillas situadas encima y enfrente del escenario, pero el mánager de la rubia oxigenada le tira del brazo y le susurra al oído que más le vale sacar guapa a esa preciosidad. Contrariado, Jakob enfoca a la muñequita de porcelana que le ha tocado inmortalizar esa noche y dispara sin ningún tipo de pasión; mientras trata de recordar por qué realiza un trabajo que detesta. ¡Ah! ¡Sí! La luz no paga para que la fotografíen, cosa que sí hacen las divas del pop.

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