lunes, 12 de julio de 2010

Natalia

Hace calor y las gaviotas emiten sus estridentes chillidos en el cielo. Natalia no entiende por qué a la gente le gustan estos pájaros. Pixar fue mucho más intuitivo que el 90 % de los mortales y adivinó perfectamente su naturaleza estúpida y asesina. Allí arriba, sobrevolando en círculo la playa, tienen más de buitres a la búsqueda y captura de un nuevo cadáver achicharrado por el inclemente sol de agosto que de enamoradas del mar y, por tanto, incapaces de alejarse demasiado de su arenosa vera. Natalia cierra los ojos y trata de ignorar a las blancas aves, pero sus estentóreos gritos le recuerdan constantemente su presencia y cercanía. Angustiada, taquicárdica y empapada en sudor caliente y pegajoso se incorpora ansiosamente para aplicarse más cantidad de protección solar. Lo último que querría es morir derretida al alcance de sus voraces picos.

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