sábado, 4 de septiembre de 2010

Hoguera crepuscular

Crees que puedes encerrar todo el dolor de tu corazón en una pompa de jabón, soplar despacio para que se aleje de ti y cruzar los dedos para que nunca estalle, esparciendo su amargo contenido. Crees que es fácil olvidar, dejarlo todo atrás, ser valiente y avanzar, pero ésa no es la verdad. Mírame a la cara y dime que nunca jamás te arrepentirás, que no hay más tela que cortar, ni heridas que cicatrizar. Dime lo que debería escuchar y no lo que deseo con ansiedad. Sonríe despacio mientras aumentas el espacio entre mi ombligo y tu abrigo. Cuenta hasta diez y conviértete en pez. Nada lejos de mi mar y sumérgete en la inmensidad de un mundo sin mi complicidad. Tú y tus ganas de volver a empezar, de eliminar todo aquello que se puede borrar sin pestañear. Yo y mis ganas de continuar aferrada a los suspiros que se van. Escucha los latidos de la hoguera crepuscular, el olor de la madera al estallar, las cenizas que no se pueden aspirar. Es sencillo malgastar lo que no se quiere conservar. Es inútil vigilar a quien se quiere escapar. Es absurdo sentarse y rezar para que la tierra cese de girar.

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