martes, 27 de septiembre de 2011

Mi vida en gris

Mi vida en gris fruto de tu huida añil. Dolor multiplicado por mil. Acostarme contigo y despertarme sin ti. Soledad de aquí hasta el fin. Miro por la ventana y me sumerjo en la nada de la ciudad acostada. Me preparo una tostada y muerdo con desgana las migas desbaratadas. ¿Qué fue lo que hice mal? ¿Por qué te fuiste sin avisar? ¿Por qué no quisiste verme despertar? Ducha fría para cortar la exigua digestión. Me seco con el camisón y me visto sin ilusión. La cama continúa deshecha y yo, maltrecha. Poso en la mesa el peso de la certeza de que esta vez no he salido ilesa. Te llevaste un pedazo de mí, el más importante y fundamental, el único que me otorgaba cierta entidad. Me lo arrancaste sin preguntar si te lo quería entregar. Te lo habría regalado sin dudar. ¿De qué me sirve si no me quiero recordar? Yo ya no quiero ser yo. No me gustan las sobras de mí misma, lo que no quisiste rebañar con un pedazo de pan, lo que quedó en el plato que ahora tengo que fregar. Soy una mujer desdibujada que se diluye en la nada de un millón de noches malgastadas. Soy una línea quebrada que no puede ser enderezada ni empalmada. Soy un círculo sin principio ni final que gira sobre sí mismo durante toda la eternidad. Soy tres comas suspensivas que ponen fin al texto más ruin. Soy el eco irreverente de los más oscuros secretos de tu mente. Soy la sombra reglamentaria de tu complejo de Peter Pan. Soy la posibilidad que se destapa cuando tiras de la manta. Soy la foto que no colgarás del marco de lo que será.

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