miércoles, 21 de septiembre de 2011

Morse

Si no te encuentro es porque no te busco, porque no quiero encontrarte, porque no quiero quererte, porque me gustaría crucificarte del madero más podrido del bosque más caduco. Si no te olvido es por mi memoria de elefante, por las reglas nemotécnicas que me enseñaste, por las rimas que me dedicaste, por los libros que me regalaste. Si no te mato es porque no tengo un cuchillo de carnicero para descuartizarte, para partirte en mil pedazos y luego convertirte en carne picada y freír tu sangre en aceite hirviendo. Si no me escondo es porque no me buscas, porque no quieres encontrarme, porque te gustaría emparedarme entre los gruesos muros de la fortaleza más inexpugnable. Si no grito es porque ya no me queda voz para quejarme de este perenne dolor. Tú me la robaste, me la arrancaste de la garganta con tus dedos de alambre, la empaquetaste y la enviaste a ninguna parte, sin sello ni remitente, sin destinatario consistente. Y ahora muevo los labios, pero nadie los lee, porque nadie me ve, nadie oye los gestos de socorro de una muda que nunca se fió del Morse.

2 comentarios:

Yeamon Kemp dijo...

Es un enorme halago viniendo de ti. Gracias.


Noto un regusto de amargura otoñal. Y la rabia te enmudece. Grita más fuerte.

moonriver dijo...

Es curioso el proceso creativo. Traté de escribir una historia de desamor en un día de una rabia demasiado prosaica para convertirla en poesía y, aún así, la rabia afloró sin darme cuenta. Y la amargura otoñal también. El subconsciente siempre termina por manifestarse, por mucho que tratemos de enjaularlo. ;)