miércoles, 24 de marzo de 2010

Zugarramurdi

Puede que no sea verdad, pero me dolió igual. Mi alma de esquimal se ha cansado de buscar ballenas blancas y delfines árticos, así que me conformo con tiburones antárticos y restos de Atlántida. Creo que perdí mi centro de gravedad al tumbarme en el sofá y ahora no hay mago que consiga levantarme sin tocarme. La telequinesia es un invento del viento huracanado de tus ojos de brujo medieval. Habrá que ir a la hoguera para convertirnos en ceniza y resurgir como el ave fénix. O quizá sea mejor perder esta batalla y concentrarnos en ganar la Guerra de los 100 años.

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