sábado, 5 de noviembre de 2011

Confesión nocturna

Sólo tus oídos conocen la verdad. Sólo ellos escucharon las palabras ocultadas, la confesión soterrada, la risa disfrazada. La noche fue mi aliada. Tu sueño, mi coartada. Tu respiración acompasada, mis alas desplegadas. La coctelera sobreagitada yace ahora abandonada en la cocina semilimpiada. Mis susurros sólo reflejan el absurdo de este invento tan burdo. Se escurren los segundos. Decapito los minutos. Guillotino tu suspiro más turbio. Alumbrada la mañana me sepulto entre tus sábanas y finjo que no ha ocurrido nada. Sólo tus oídos conocen la verdad, que ya no te quiero querer más, pero no me consigo despegar de tu extraña forma de besar.

No hay comentarios: