jueves, 17 de noviembre de 2011

La noche descarnada

Dos almas desgarradas mirándose a la cara apuestan todo lo que tienen al negro más oscuro. Creen que no pueden perder, pero lo hacen. El rojo es ahora quien vence. Un corazón descarnado que acaba de encontrar un corazón más descarnado aún. Ninguno quiere curarse de sus heridas ni sabe cómo hacerlo. Se regodean en su dolor. Contemplan el fluir de la sangre fuera de las venas. Creen que no sobrevivirán mucho más allá de Navidad, pero se vuelven a equivocar. La soledad no existe ya. El dolor dividido entre dos no resulta tan opresor. Su agujero negro atrae y absorbe a su agujero negro y en el suelo yacen dos cuerpos exhaustos, después de devorarse antes de ser devorados por el tiempo. Podrían morir ahí mismo, pero ya no tienen ganas de sumergirse en una nada que no haya sido creada por su sinestesia exacerbada. Así que se levantan y vuelven a mirarse a la cara. Dos pares de ojos incendiados por la fiebre de la trascedente omnisciencia. Ahora ya lo saben todo. Ahora ya no saben nada.

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