sábado, 19 de abril de 2008

Ana

Ana está harta de Rubén, pero no sabe cómo abandonarle. También está hasta la coronilla de su trabajo, pero le da pereza buscarse otro. Aunque el auténtico problema es que Ana ha descubierto que Espido Freire mentía y que Disney decía la verdad: los príncipes azules existen. El suyo se llama Miguel Ortega, es cantautor y no lo conoce ni su padre. Ella sólo ha visto un par de fotos suyas y nunca ha hablado con él, pero se ha enamorado de sus canciones, sobre todo, de sus letras y está convencida de que es su alma gemela; aunque sea mallorquín y ella viva en Madrid, aunque las probabilidades de que se conozcan tiendan a cero, aunque, por lo que dicen sus canciones, él beba demasiado alcohol y fume como un carretero, cuando ella es abstemia y odia el tabaco. Pero los príncipes azules es lo que tienen: no siempre son como nos los imaginábamos.

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