martes, 29 de julio de 2008

El tren VI

La mayoría de las personas consideran que no se puede huir de los problemas, ya que éstos siempre te persiguen allá donde vayas. Sin embargo, Lucía estaba convencida de que la clave está en correr más deprisa que tus crueles perseguidores. Por eso tomó la decisión de mudarse a Valencia con su padre y la aborrecida Marga. Sabía que era muy egoísta por su parte abandonar de aquella manera a su pobre madre; pero no habría soportado ni un momento más continuar viviendo en la ciudad que había sido testigo de sus momentos más felices y, al mismo tiempo, de sus días más amargos.
Su aborrecimiento hacia cualquier medio de transporte que se desplazara sobre raíles no había hecho más que aumentar tras la muerte de Salva. De ahí que su primera opción para mudarse a Valencia fuera coger un avión. Desafortunadamente, no quedaban billetes para ese fin de semana y sus prisas por abandonar la capital de España hicieron que finalmente transigiera y aceptara viajar en el famoso ALARIS.
Sólo que esta vez, cuando montó en el habitual tren, no lo hizo con miedo ni con rencor; porque sabía que, en esta ocasión, el asesino de Delfín la alejaría de sus más dolorosos recuerdos. Por supuesto, sintió un nudo en el estómago al ver a su madre hecha un mar de lágrimas en el andén, pero sabía que alejarse de Madrid era la única opción que tenía si quería continuar con su vida.
El tren, finalmente, arrancó y, conforme abandonaba la estación, una gran sensación de alivio comenzó a invadir a la joven muchacha. No podía explicarlo, pero sabía que todo iría bien a partir de entonces.
El encapotado cielo no tardó demasiado en comenzar a descargar su brutal aguacero. Miró por la ventana. La lluvia caía incesantemente, desdibujando el paisaje, mientras el tren avanzaba implacable hacia su destino. Gruesas gotas de agua resbalaban por el cristal, paralelamente a las lágrimas que comenzaban a abandonar sus celestes ojos.
Apoyó la mejilla en el frío cristal de la ventana y, poco a poco, una gran sensación de paz fue invadiendo a la dulce joven, que, por primera vez en muchos meses, consiguió dormir plácidamente sin que ninguna macabra pesadilla la perturbara.
Es curioso, ¿no creéis? A veces nuestros más terribles enemigos se convierten en los únicos capaces de salvarnos. Toda realidad es susceptible de una doble interpretación: El tren de la muerte puede transformarse en el tren de la vida.

3 comentarios:

Laura dijo...

Si termina aquí la historia, no ha tenido un final tan triste. Al contrario, es esperanzador. Besos.

vity dijo...

Me gustan tus historias de verdad. Siento no tener tanto tiempo para seguirte tan a menudo, pero eres una gran escritora. Espero que todo vaya bien.

Un besito.

moonriver dijo...

Laura, sí, éste es el final de la historia. Como ya te dije es un relato q escribí hace ya y había pensado en cambiar el final, pero conforme lo leía de nuevo he pensado que era mejor no tocar nada y dejarlo tal cual. Me alegro de que resulte esperanzador. Es lo que pretendía cuando lo escribí.
Vity, muchísimas gracias por leerme cuando tienes un ratín, aunque creo que me falta mucho para ser una gra escritora, pero se hace lo que se puede.