lunes, 28 de noviembre de 2011

Cadáver invernal

Tus pies fríos congelan mis piernas. Mi helada femoral azulea mi muslo derecho. Comenzó la nueva era glaciar. Cadáver invernal. Estalactita cenital. Iglú sin estrenar. Alaska sepulcral. Silencio sin igual. Mentiras que acallar. Tus labios de metal que cortan mi yugular. Anatomía del mal. Cirugía intercostal. Bisturí infernal que rasga y secciona sin dudar. Postoperatorio sin anestesiar. Tanatorio sin velar. Escarcha sin cristalizar. Nieve sin cuajar. Noviembre sin terminar. Diciembre sin empezar. Bufanda sin usar. Anginas sin curar. Afonía de tanto gritar. Tortícolis por mirar atrás. Estatuas de sal. Esfinges sin recostar. Enigmas sin descifrar. Misterios sin codificar. Tu mirada láser sin disparar. La diana de mi lunar. Tu locura y mi racionalidad. Tus excusas sin embalar. Mis historias sin contar. Una novela sin final. Un poema en elipse circular. Uña rota de tanto rascar. Dedos sucios de tanto escarbar. Faltas de ortografía sin inventar. Letras mayúsculas que menguan sin parar. Mi alma balanceada por el azar que se estrella en tu cuerpo de péndulo sin centro de gravedad. Ola sin mar. Playa sin conchas que coleccionar. Museos sin pinturas que contemplar. Frío polar. Miedo al apocalipsis sin anunciar.

Mi canción del día



"Yo no quiero hablar de ti, no quiero hablar de mí. Saldrá el último vuelo, dirán los altavoces de todo el aeropuerto que tienes que marcharte y allí no podrás localizarme".

jueves, 24 de noviembre de 2011

Jack el Destripador nunca existió



En Londres ya no hay niebla y dicen que Jack el Destripador nunca existió, que fue sólo una invención, como gran parte de este amor que me ha causado tanto dolor. El Támesis es más verde y algo radiactivo, menos higiénico y atractivo, el vertedero de mil sueños corrompidos. Portobello Road ya no vende nuestra canción y yo me refugio en cualquier callejón que amplifique el eco de mi voz. El ojo que todo lo ve contempla el reflejo del recuerdo en el espejo. Resulta complejo. El reflejo. El recuerdo. El espejo. Tres pintas y media. Dos adolescentes hormonados. Un pub atestado. No hay opción. Ninguno quiere ni puede decir que no. Primera aproximación. Ataque sin compasión. La noche y la rendición. La cúpula de Saint Paul. La luna llena y el amor. Después, el dolor, la ausencia y los redobles de tambor. Una nueva ejecución. La Torre de Londres sirve de prisión. El fantasma de cartón. La sábana que no cubrió ni al cadáver ni al actor. Un adiós en Charing Cross. Lágrimas junto al niño que no creció. El pato que no evolucionó. La esperanza que se ahorcó desnuda de la barandilla del balcón. Jack el Destripador nunca existió. Igual que tú y que yo. En Londres luce el sol. Mi corazón revienta y parte mi esternón en dos. El espejo. El recuerdo. El reflejo. Mi cuello decapitado por tu ausencia. Tañido fúnebre. Los cuervos de Hyde Park sobrevuelan mi cadáver. Ningún Arturo liberó a Excalibur. Ninguna Ginebra huyó con Lancelot. Ningún Merlín fue derrotado por Morgana. Ya no existen los cuentos de hadas. El Big Ben mide el tiempo de la nada.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Cenizas (I)

Quema el tiempo que nos queda. Préndele fuego y míralo arder. Esparce las cenizas del ayer. Vomita los segundos que guardaste para cuando ya no hubiera nada que mereciera la pena conservar. Acaba con todo. Destrúyelo. Pulverízalo. Y cruza los dedos. Tal vez el Ave Fénix sea real. Tal vez seamos capaces de resucitar. Tal vez aún quede algo que salvar.

martes, 22 de noviembre de 2011

Coser y cantar

Dime cuánto tiempo más aguantarás, cuántas mentiras contarás, cuántas verdades dispararás. Dime cuánto tiempo tardarás en abrir la boca y no volverla a cerrar, en mirar al frente y echar a andar, sin parar, sin volver la vista a atrás. Dime que me echarás de menos o, mejor aún, no me lo digas. Sé sincero por una vez, sólo una. Dime que no te acordarás de nuestros sueños sin hilvanar, de nuestras diatribas sin pespuntar, de nuestros proyectos sin enhebrar. Dime que todo lo olvidarás, hasta mi nombre centesimal, incluso mis labios sin sellar. Dime que en dos días me borrarás de tu mente sin lejía ni aguarrás, que mi recuerdo lo archivarás junto con todo aquello que ya no tendrás necesidad de volver a utilizar. Dime que fui un entretenimiento efímero y puntual, un juguete pasado de moda que tirar, una bicicleta sin ruedas ni manillar, una planta tropical que ya no te apetece regar. Dime que lo que me ocurra te da igual, que no me llamarás ni escribirás, que en dos minutos certificarás nuestro final. Dime que tu ausencia me matará, que dejarás un vacío que nunca aprenderé a llenar, que me ahogará, me asfixiará, me aplastará. O, mejor aún, no me lo digas. Que hay cosas a las que ni puedo ni me quiero enfrentar.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Incandescente

Esta vez nos saltaremos todas las reglas. No leeremos su guión, no cantaremos su canción, no recitaremos con emoción sus versos escritos con fruición. Traspasaremos el margen del papel cuadriculado y, esquinados en la orilla del río de los audaces, contemplaremos cómo se ahogan los más cobardes. Nadaremos contracorriente. Nos sumergiremos en el agua más ardiente. Enfriaremos los ánimos más calientes. Inventaremos un nuevo motivo para hincarnos el diente. Es un tema recurrente. Tus labios y mis labios como los decisores más sabios. Desgraciadamente, mi boca y tu boca ya no se tocan. Seguimos las decisiones adoptadas por las mentes más preclaras, pero esta noche sólo quiero que arda Troya. Esta noche, contemplaré junto a Nerón la destrucción de Roma. Canta la lira los poemas menos épicos y yo sólo quiero escribir los versos más utópicos, las cartas más alérgicas, las novelas más enérgicas. Mírame a los ojos y dime que es verdad, que este momento no es algo que se pueda imaginar.

jueves, 17 de noviembre de 2011

La noche descarnada

Dos almas desgarradas mirándose a la cara apuestan todo lo que tienen al negro más oscuro. Creen que no pueden perder, pero lo hacen. El rojo es ahora quien vence. Un corazón descarnado que acaba de encontrar un corazón más descarnado aún. Ninguno quiere curarse de sus heridas ni sabe cómo hacerlo. Se regodean en su dolor. Contemplan el fluir de la sangre fuera de las venas. Creen que no sobrevivirán mucho más allá de Navidad, pero se vuelven a equivocar. La soledad no existe ya. El dolor dividido entre dos no resulta tan opresor. Su agujero negro atrae y absorbe a su agujero negro y en el suelo yacen dos cuerpos exhaustos, después de devorarse antes de ser devorados por el tiempo. Podrían morir ahí mismo, pero ya no tienen ganas de sumergirse en una nada que no haya sido creada por su sinestesia exacerbada. Así que se levantan y vuelven a mirarse a la cara. Dos pares de ojos incendiados por la fiebre de la trascedente omnisciencia. Ahora ya lo saben todo. Ahora ya no saben nada.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Confesión nocturna

Sólo tus oídos conocen la verdad. Sólo ellos escucharon las palabras ocultadas, la confesión soterrada, la risa disfrazada. La noche fue mi aliada. Tu sueño, mi coartada. Tu respiración acompasada, mis alas desplegadas. La coctelera sobreagitada yace ahora abandonada en la cocina semilimpiada. Mis susurros sólo reflejan el absurdo de este invento tan burdo. Se escurren los segundos. Decapito los minutos. Guillotino tu suspiro más turbio. Alumbrada la mañana me sepulto entre tus sábanas y finjo que no ha ocurrido nada. Sólo tus oídos conocen la verdad, que ya no te quiero querer más, pero no me consigo despegar de tu extraña forma de besar.

Mi canción del día



"I feel numb most of the time. The more I get the higher I'll climb and I will wonder why. I got dark only to shine. Looking for the golden light. Oh, it's a reasonable sacrifice."

jueves, 3 de noviembre de 2011

Ficción

No verás el fin del mundo. No moriré entre tus brazos. No me perderé entre tus labios ni resucitaré acostada en tu regazo. No me buscarás. Te casarás con la mujer ideal y tendréis cinco hijos que educar y alimentar. Yo me divorciaré del hombre perfecto y buscaré un nuevo puerto al que anclar todos mis desiertos. Contemplaré los fuegos artificiales de tus sueños más carnales. Rojo, azul, verde, amarillo. Poco importa el color. Nada puede maquillar este dolor. El amor es una invención, un cuento chino, una función representada con fruición por un velazqueño bufón. Cae el telón. En un lado de la cortina, tú y yo. Al otro, todo aquello que nos causa horror. Una vida perfecta nunca fue mi ambición. Atarte desnudo a mi colchón se acerca más a mi mayor ensoñación. Pero el destino nos la jugó. Nuestro autor nos separó. Siempre fuimos personajes de ficción que se negaron a leer en voz alta su guión. Unamuno tenía razón. Cierra los ojos. Imagina el triunfo del corazón sobre la razón. Ahora despega los párpados y enfréntate a la más terrible semana de pasión. Corona de espinas. Cruz que se clava en las costillas. La herida canina e incisiva. La sangre fluida e intuitiva. Tu voz deshaciéndose en mis papilas gustativas. Ansiedad imperativa. Instinto suicida. Red que amortigua la caída. Fosa para enterrarme viva. Tus pupilas sin salida. Habrá que inventar otro plan de huida.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Nico

Tres semáforos en rojo impidieron que Nico llegara a tiempo. Tres semáforos en rojo le detuvieron innecesariamente durante más tiempo del previamente calculado. Tres semáforos en rojo tiraron por tierra sus más vanas esperanzas de obtener lo que llevaba media vida ansiando. Cuando finalmente alcanzó la meta, ella había volado. Puntualidad británica, le había advertido desde el principio y cumplió su amenaza sin temblarle el pulso. En mitad de la Plaza Mayor, Nico se siente más pequeño que nunca, pero sabe que es un gran imbécil. Nunca debió apurar tanto. Tendría que haber llegado cuatro horas antes para evitar que su destino quedara a merced de la arbitrariedad de tres semáforos advenedizos, pero ya es demasiado tarde para abrazarse al arrepentimiento. Quizá pueda seguir su rastro. Al fin y al cabo, siempre tuvo buen olfato, aunque sólo fuera para los negocios.

Mi canción del día



"Andando, con ruedas, metiéndole más gas, las luces la niebla, la velocidad".