domingo, 29 de junio de 2008

Tu gélido silencio


Un buen día desapareciste y todavía no entiendo muy bien por qué. De repente, cesaron tus llamadas, tus mensajitos a medianoche, tus mails y tus comentarios. Al principio pensé que era normal. Tenías demasiado trabajo, demasiados compromisos, demasiadas cosas pendientes. Pero los días transcurrían sin tener noticias tuyas y comencé a preocuparme. ¿Estarías bien? ¿Te habría pasado algo? Cada vez que trataba de ponerme en contacto contigo, un infinito silencio era tu única respuesta. Le pregunté a tus amigos, pero ellos tampoco sabían nada de ti. Noruega es un país seguro, no puede haberle pasado nada grave, me repetía una y otra vez. Finalmente recibí noticias tuyas, una escueta carta en la que me pedías espacio y tiempo. Estabas pasando una mala época. Otra crisis existencial, según pude leer entre líneas. Haberte alejado de tu país, de tu familia y de tus amigos no te había bastado. Necesitabas una desconexión total, no sabías durante cuánto tiempo. Eso sí, aún te quedaba una pizca de humanidad dentro de ti y te habías dignado a enviarme una foto de Bergen nevado, junto con un bonito dibujo a carboncillo que reproducía la misma imagen. Los colgué en el corcho de mi cuarto y los contemplé durante largo rato. Casi podía sentir tu gélido silencio por encima de las blancas copas de los altos árboles. Volví a leer todos y cada uno de los libros de Jostein Gaarder, sólo para estar cerca de ti. Pero me quedé atrapada en sus pensamientos filosóficos y comencé a recordar mis propias crisis existenciales. Sabía perfectamente que estabas deprimido porque no habías hallado lo que esperabas cuando te marchaste al país de los fiordos. Claro que es difícil encontrar algo cuando no sabes muy bien qué es lo que estás buscando. Las imágenes de Bergen eran lo primero que veían mis ojos al despertar cada mañana y, cuando el insomnio se apoderaba de mí, comencé a contemplarlas de manera obsesiva, buscando un pedacito de ti en medio de aquel solitario paisaje, intentando comprender la auténtica razón de tu silencio. ¿Acaso yo no podía ayudarte? ¿Acaso no era lo suficientemente sensible como para comprender tu alma de artista atormentado? A cada minuto tenía que intentar vencer las ansias de llamarte o escribirte. Finalmente, en el colmo de mi desesperación, me compré tres guías de Noruega que comencé a devorar ávidamente. Necesitaba conocer aquello que tú podrías llegar a conocer, visionar los lugares que podías decidir visitar, comprender las costumbres de tus vecinos. Pero tu silencio amenazaba con perpetuarse y no hallaba la forma de vencerlo. Una noche, mientras mis pupilas intentaban captar todos y cada uno de los detalles de aquel dibujo y aquella fotografía, un escalofrío recorrió mi espalda y la certeza de que jamás volverías a hablarme se apoderó de mí. Me levanté de la cama, cogí aquellas dos malditas imágenes y, tras un leve titubeo, las partí en cuatro trozos y las tiré a la basura. También escondí los libros de Jostein Gaarder y las guías de Noruega en lo más profundo de una de mis estanterías y me decidí a continuar con mi vida.
Tres años han pasado y tu silencio no se ha roto ni espero que lo haga. Aún así, no fui capaz de deshacerme de los últimos pedazos que me quedaban de ti. Dos horas después de haberlos tirado a la basura volví a levantarme de la cama y rescaté las rotas imágenes. No me resultó difícil recomponerlas y acabé guardándolas dentro de "La joven de las naranjas", no sé muy bien por qué; quizá porque es un libro que habla del amor y de las casualidades y nuestra historia estaba llena de ambos antes de tu marcha. Todavía las contemplo en mis largas y solitarias noches y un escalofrío sigue recorriendo mi columna vertebral cuando tu gélido silencio comienza a retumbar en mis oídos. Y sueño con ir a buscarte a Bergen, aunque sé de sobra que lo más probable es que ya no estés allí. Y recuerdo tu peculiar forma de moverte mientras bailabas "Blankest year". ¿Alguna vez volveremos a bailarla juntos? Y tu gélido silencio continúa sin responder. Y escucho a Elliot Smith. Y tu gélido silencio continúa envolviéndome y me impide respirar.



miércoles, 25 de junio de 2008

Mi canción del día

Porque acabo de descubrirla hace diez minutos...

El momento

Tu silencio sigue retumbando en mis oídos y me impide respirar.

Las horas transcurren mientras contemplo el reloj y la llamada que tanto espero no se produce.

Por un momento, caigo en la tentación de ir a verte.

Cojo mi bolso y me dirijo hacia la puerta.

Afortunadamente, recupero la razón poco después de salir de casa.

Camino lentamente de regreso mientras las lágrimas nublan mi visión.

Sé que debo esperar a que sea el momento, pero a veces la espera resulta insoportable.

Decídete antes de que sea demasiado tarde.

No me dejes con la duda.

Mírame a los ojos y dime la verdad.

¿Por qué resulta tan difícil?

martes, 24 de junio de 2008

Mi vídeo del día

Lo malo de "Sexo en Nueva York" es que refleja demasiado bien las inquietudes y deseos de las mujeres de hoy en día y es que somos más simples de lo que decimos. Incluso las feministas buscan a su príncipe azul, aunque nunca lo confiesen.

Una noche de verano

Paseo tranquilamente por las calles de mi ciudad, mientras disfruto de la soledad de las mismas y del frescor nocturno.

De pronto, me detengo a contemplar la iglesia iluminada por unos focos que no existían en mi niñez.

Recorro la fría piedra con mi mirada y me imagino hermosas fotografías realizadas por expertos profesionales que nunca serán capaces de captar su auténtica esencia.

A continuación echo la cabeza hacia atrás y me pierdo entre las estrellas del límpido cielo.

La felicidad está hecha de pequeños momentos como éste, de la belleza indescriptible de una noche de verano.

Laura

Las náuseas volvieron a apoderarse de Laura y, esta vez, no hizo nada por evitar el vómito. Los tropezones de un mal masticado desayuno fueron expulsados de su cuerpo a gran velocidad acompañados de ese líquido ácido que nuestra protagonista tan bien conocía. Laura estaba cansada de luchar contra las náuseas, demasiado cansada. Vomitar era sencillo, lo difícil era no hacerlo. Contempló el contenido del váter y una nueva arcada recorrió su cuerpo, obligándola a expulsar aquel líquido verde que tan bien conocía. Las agujetas del abdomen le dolían más que nunca, mientras un nuevo estertor intentaba obligarla a expulsar un contenido del que su estómago carecía. Ni siquiera la bilis acudió a su boca en esta ocasión. Cerró los ojos y deseó morirse. Se concentró en ello con todas sus fuerzas y, por un instante, creyó que esta vez lo conseguiría, que su alma, por fin, abandonaría su cuerpo y dejaría de sufrir. Pasaron unos minutos, quizá sólo unos segundos, ¿cómo medir el tiempo cuando no deseas llevar reloj?, pero nada sucedió. Sabía que si abría los ojos vería el resultado de su debilidad y que las náuseas volverían a atraparla, así que tanteó hasta encontrar el maldito botón que haría desaparecer la prueba de su pecado. Apretó con todas sus fuerzas y oyó cómo el agua limpiaba aquello a lo que Laura no era capaz de enfrentarse. No obstante, esperó un poco más antes de abrir los ojos y mirar el agua cristalina del inodoro. Reconfortada por tan tranquilizadora visión, reunió las escasas fuerzas que le quedaban para coger el impulso suficiente y necesario para ponerse en pie, se secó las lágrimas acumuladas en el rabillo de su ojo derecho (¿por qué sólo lloraba por un ojo?), respiró hondo y se dispuso a afrontar un día más del sinsentido en que su vida se había convertido.

Marta

Marta continúa mirando por la ventana cuando suena el primer trueno y el cielo gris comienza a desatar su reprimida furia. Es entonces cuando comienza a recordar a Carlos, el único hombre del que ha estado enamorada, el único al que amará y precisamente uno de los pocos hombres que le han gustado sin que la cosa acabara en la cama. Carlos era cuatro años mayor que ella y cuando se conocieron él estaba saliendo con Ester, la hermana mayor de Isa, la mejor amiga de Marta. Marta siempre se había llevado muy bien con Ester y, cuando ésta le presentó a su novio, Marta pensó que era uno de los chicos más majos que había conocido. No obstante, al principio, sólo lo vio como a un amigo, un tío súper legal y divertido con el que se podía hablar de cualquier cosa. Por aquel entonces Marta sólo tenía quince años y no había salido nunca con nadie. Es cierto que se había colgado de varios chicos y que, incluso, había tenido un par de rolletes, siempre con chicos guapos a los que en cuanto conocía con un poco de más profundidad acababa detestando profundamente. Carlos era mono: rubio, alto y con los ojos azules parecía un guiri procedente de algún país nórdico y, aunque sus facciones no encajaban con el prototipo occidental de belleza, tenía un encanto indefinible difícil de ignorar. Aún así, Marta tardó dos meses y tres días en enamorarse de Carlos o, al menos, eso fue lo que tardó en darse cuenta de su enamoramiento. Primero sólo era el novio de Ester. Después se convirtió en uno de sus mejores amigos y, un buen día, se sorprendió deseando desesperadamente que él la besara mientras hablaban del último concierto al que Carlos y Ester habían ido. Aún recordaba la fecha maldita: el 22 de febrero de 1988.

lunes, 23 de junio de 2008

Marta

El plomizo gris del cielo presagiaba una inminente tormenta veraniega. Marta miró por la ventana mientras continuaba jugueteando con el pendiente perdido y hallado, como el niño Jesús en el templo. Ojalá comenzara pronto. Necesitaba que las fuerzas de la naturaleza reflejaran su estado de ánimo. Quería rugir, pero no deseaba impotunar a los vecinos y, mucho menos, que éstos pensaran que era una enajenada mental. Miró el maldito pendiente y se dio cuenta de que le recordaba excesivamente a él. Al fin y al cabo eso era lo único que dejaban los hombres casados cuando decidían que ya habían pecado excesivamente contra el sexto mandamiento: bellos y caros pendientes con los que pretendían comprar el silencio de sus amantes despechadas. Lo peor es que siempre lo conseguían. Volvió a pensar en Ana Bolena. Al menos ella logró algo más que unas cuantas joyas. Consiguió convertirse en reina y que su hija heredara el trono de Inglaterra. Ella sólo aspiraba a conseguir un marido propio, pero siempre acababa conformándose con las migajas que le ofrecían maridos ajenos. Y es que un pálido reflejo del amor siempre le parecía más atrayente que la solitaria y fría soledad. Dejó de manosear el maldito pendiente, se levantó del sillón, caminó lentamente hasta el dormitorio, se dirigió a su cómoda, cogió uno de sus joyeros, lo abrió y lo guardó ciudadosamente en el mismo. Después se giró hacia la ventana y volvió a contemplar el cielo cargado de grises nubes. Tal vez la lluvia fuese capaz de lavar todos sus pecados. O tal vez no.

Mi canción del día

Porque la mayor parte del tiempo soy una tonta que se pasa la vida esperando. Y porque hoy me he leído un fragmento de "La joven de las naranjas" recogido en "Jaque mate", ambos de Jonstein Gaarder en que se habla de eso. ¿Seis meses es mucho tiempo para esperar al ser amado? Todavía no sé que contestar. Y porque me ha salido la canción al meterme en la página de una amiga. Y porque me encanta.

domingo, 22 de junio de 2008

Gafe



Está claro que soy gafe. Toda la vida deseando que España pasara de cuartos de una puta vez y justo cuando deseo todo lo contrario van y lo hacen. Y es que, aunque juegue a ser Casandra, no acierto ni una. Desde luego el Italia 3-España 0 del motociclismo poco tenía de premonitorio. Menos mal que ahora toca la Rusia de Hiddink para poner las cosas en su sitio. Porque yo seré muy patriótica y todo lo que queráis, pero no me da la gana de que España gane un título con alguien como Luis Aragonés de seleccionador. Y ojo, que yo era la primera que avalaba al sabio de Hortaleza, pero se me cayó el mito cuando, ante su clara incompetencia, optó por buscar un chivo expiatiorio en la persona de Raúl. Y luego lo de la dimisión y la vuelta atrás...realmente vergonzoso. El pobre Luis está chocheando y ya no entiende de fútbol y no me da la gana de que pase a la historia como el primer seleccionador español que consigue algo desde la Eurocopa del 64. Así que el jueves rezaré para que los rusos le den un buen baño a la roja y para que Luis se vaya por la puerta de atrás con el rabo entre las piernas, que demasiado lejos ha llegado ya. Aunque, para qué engañarme, como soy gafe seguro que ganan este año y, lo peor de todo, es que en el fondo, muy en el fondo, me alegraré.

Italia 3-España 0

Un inglés, un finlandés y un australiano. Muy raro que ni un español ni un italiano hayan sido capaces de ganar en ninguna de las tres categorías del Gran Premio de Motociclismo de Donington.

No obstante, en 125 cc, Meglio segundo y Márquez tercero; en 250 cc, Simoncelli segundo y Bautista tercero; y, en MotoGP, Rossi segundo y Pedrosa tercero. O, lo que es lo mismo, Italia 3- España 0.

¿Será una premonición para la Eurocopa? En unas horitas lo comprobaremos.

sábado, 21 de junio de 2008

Por fin

Por fin llegó el verano a la capital.

Y mientras la temperatura aumenta, yo, mujer de sangre fría, comienzo a moverme en mi auténtico elemento.

Atrás quedaron los días de lluvia, viento y frío.

Me enfundo mi vestido del rastro y salgo de mi cueva.

Comienzo a pasear por las tórridas calles y disfruto del bochorno mientras los lugareños buscan el alivio de los aires acondicionados.

No llegaremos a los 40º, por mucho que la gente se queje del sofocante calor.

Para calor el de mi tierra.

El lunes estaré en Linares, donde se superarán ampliamente las cuatro decenas.

Saldré a la calle a las cuatro de la tarde y disfrutaré contemplando la corporeidad del calor andaluz.

Sudaré y beberé agua sin parar.

Sólo de imaginarlo ya comienzo a disfrutar.

Adoro las altas teperaturas porque sé cómo manejarlas.

Es el frío lo que no soporto, por mucha ropa de abrigo que me ponga.

Y luego están las noches linarenses, en las que la temperatura es prácticamente coincidente con la del día, en las que no existe ninguna brisa capaz de calmar los sofocos nocturnos.

Y es que el verano es mi estación, el momento en el que más disfruto.

Y, por fin, puedo gozar de él.

Ángeles y demonios

viernes, 20 de junio de 2008

¿Casualidad?

Desde hace unos meses mi vida está plagada de casualidades.
¿La última concatenación de acontecimientos casuales?
Casualmente, en una de las pocas ocasiones en que veo la televisión, vi el tráiler de "Antes de que el diablo sepa que has muerto" y, como tenía buena pinta y, además, trabajaba Ethan Hawke decidí ir a verla.



Se lo comenté a mi hermana, que casualmente había visto el cartel de la peli y también le apetecía ir a verla. Casualmente, el estreno de la misma coincidía con el de la última entrega de Indiana Jones; así que, para no aguantar colas excesivas, en lugar de ir al Cinesa Proyecciones, que es donde vamos normalmente, fuimos al cine Paz. Allí, de nuevo casualmente, vi el tráiler de "Una chica cortada en dos" y, sin saber muy bien por qué, me llamó la atención.



El miércoles pasado iba a ir con mi amiga Sara a comprar al Primark; pero, casualmente, se puso mala y no pudo ser. Así que, a falta de mejor plan, decidí irme al cine y recordé que me había interesado "Una chica cortada en dos" y como vi que la echaban en el cine Luchana, que está muy cerca de mi casa y que, además, es barato, para lo que es Madrid, decidí ir a verla. Y allí, casualmente, vi el tráiler de "3:19".



Y, casualmente, hoy tampoco tenía plan (en realidad, esto no es casualidad, porque es difícil tener plan cuando no llamas a la gente); así que he decidido ir de nuevo al Luchana a ver esta sensacional película, casualmente ambientada en Valencia, en cuya estación de tren viví, casualmente, algunos de los momentos más tensos de mi vida, cuando era bastante pequeña y donde, casualmente, una vez más, me vi atrapada durante unas ocho horas muchos años después, hace tres veranos.
Y ahora me pregunto, ¿cuál será la siguiente casualidad?

jueves, 19 de junio de 2008

Inconformista

Nunca me conformo con lo que tengo.

Si me das uno quiero dos y si me das dos querré tres.

Todo lo que me des nunca será suficiente para calmar mi insaciable sed.

Y aún así, una sola de tus palabras, uno solo de tus gestos, puede significar un mundo entero para mí, quizás incluso todo un universo.

Aunque te pida un millón de besos, uno solo puede hacerme más feliz de lo que se puede decir.

Así que, aunque sea una incurable inconformista, no niegues su sustento a mi inane alma.

No te escudes en absurdas excusas en las que ni tú mismo crees.

Acepta lo evidente y ve a lo sencillo.

Ojalá tuvieras mi número grabado a sangre y fuego en lo más profundo de tu memoria.

Ojalá lo utilizaras para quedar y tomarnos ese tan ansiado café.

Pero como sé que eso no ocurrirá de momento, me conformo con que me regales un minúsculo pedacito de ti cada día.

Y aunque te pida la luna, me conformo con que me dibujes la visión que tienes de la misma.

Porque prefiero cualquier creación de tu mente antes que poseer el mismísimo satélite terrestre.

Viernes 13

Estoy enervada, me siento cansada.

Toco el piano y estrecho tu mano.

Busco estrellas que nunca se mueran.

Miro al cielo y extiendo mi velo.

Escribo canciones que nunca se acaban.

Las letras son tontas y a veces ni riman.

Echo a correr y quiero volver.

Es el camino que trazó el destino.

Un insensato y muy negro gato,

se cruzó de acera al verme a su vera.

¿Qué significa el número trece?

Algo curioso a mí me parece.

Mis canciones del día

Sé que normalmente sólo cuelgo una canción al día, los días que lo hago. Y es que no es muy normal que más de una canción presida especialmente las 24 horas que ocupan cada uno de mis días. No obstante, hoy ha sido una excepción, pues ha habido tres canciones que han hecho méritos más que suficientes para estar en esta categoría.

Primero tenemos "Such great heights" de The Postal Service, que hace tiempo que me persigue, pero es que hoy me ha atacado en el lugar que menos esperaba: la consulta del dentista.



Después tenemos una canción que he descubierto gracias al fotolog de Lucifer II y que viene muy al pelo para mi situación actual: "Scars" de Papa Roach.



Y, finalmente, tenemos una canción de mi admirada Conchita, que habla de lo que a veces intento hacer cuando escribo este blog: "Cambiemos la historia".

lunes, 16 de junio de 2008

Soñando

La cama está revuelta, pero tú no estás aquí.

Sólo he sido yo, soñando contigo.

Curioso cómo una sola persona puede causar tal cataclismo.

Curioso cómo una sola persona es capaz de dormir por dos.

Te necesito junto a mí, para que calmes mis sueños.

Te necesito junto a mí, para que endulces mi despertar.

Te necesito junto a mí o, tal vez, no sea así.

Sólo sé que te quiero aquí, cerca, muy cerca, pegado a mí.

domingo, 15 de junio de 2008

Leyre

¿Qué es lo peor que una tía puede decirle a un tío? Fácil. "Me gustas, pero sólo como amigo". "Mejor tenerla como amiga que no tenerla de nada", se empeñan en decir ellas. Mentira. Si a una chica no le gustas existe una mínima posibilidad de que algún día llegues a gustarle, pero si te ve como a un amigo no hay posibilidad alguna de que llegue a sentir algún tipo de atracción física por ti y ¿hay algo peor que saber que la tía de la que estás colgado nunca te verá como a un HOMBRE?
He tenido muchas amigas a lo largo de mi vida y siempre ha habido algún momento en el que me he planteado si eran o no algo más que una amiga. Incluso ha habido veces en que he estado tentado de liarme con alguna de ellas, porque, coño, algunas de mis amigas están muy buenas y uno no es de piedra. Afortunadamente, siempre he acabado entrando en razón antes de joder la amistad y es que las chicas nunca saben diferenciar el sexo del amor. O, mejor dicho, una mujer nunca se plantea liarse habitualmente con un chico del que no esté enamorada. Sí, ya lo sé. Hay chicas que sí lo hacen, pero nunca he sido amigo de ninguna de ellas.
El caso es que nunca me he atrevido a jugar con los sentimientos de mis amigas, más que nada porque siempre que he intentado indagar su opinión acerca de la calidad de amigos con derecho a roce ellas siempre han acabado opinando que se trata de un estado previo al noviazgo oficial.
Lo malo es que un buen día conocí a Leyre. Leyre estaba buena o, mejor dicho, muy buena. Pero era la hermana de uno de los mejores amigos de uno de mis mejores amigos, así que no podía acostarme con ella y luego dejarla tirada. El problema era que estaba demasiado buena como para ignorarla y acabé hablando con ella en plan "inocente". Craso error. No puedes hablar con una tía que está vetada o te puedes acabar colgando de ella, como me ocurrió a mí. Porque aquella noche descubrí que Leyre, además de estar buena, era una tía increíble. Se podía hablar con ella de cualquier cosa. Empezamos criticando la música del local y acabamos poniendo a caldo el sistema educativo español, eso sí, después de haber exaltado las pelis de Hitchcok, haber destripado a Fernando Alonso y repasado la vida y obra de Tolkien. A Leyre le gustaban los mismos grupos que a mí, al igual que yo consideraba que no era práctico ni humano obligar a alguien a estudiar un mínimo de cuatro años para obtener una puta licenciatura que te abra las puertas del mercado laboral español, era una fanática de la obra del director de "Los pájaros", odiaba la Fórmula 1 y el circo que se había montado en torno al famoso asturiano y era tan freak como yo. Pero no se trataba sólo de una coincidencia de gustos y opiniones. Me quedé embobado con su forma de hablar y de reírse. Tenía tantas ganas de follármela como de continuar hablando con ella toda la noche y era una sensación extraña porque, a pesar de haber tenido un par de novias y múltiples rollos, nunca había sentido lo mismo. Lo peor de todo es que para los demás fue evidente que llevaba toda la noche babeando por Leyre, pero, según me enteré después, ella no notó ningún interés especial por mi parte.
Empezamos a coincidir con cierta frecuencia y siempre acabábamos hablando y riendo juntos casi toda la noche. No sabría decir en qué momento exacto me enamoré de ella, pero lo hice y hasta las trancas. Cuanto más seria se ponía la cosa para mí, más despacio intentaba ir yo. No quería precipitarme y, sobre todo, no pensaba permitir que ella pudiera verme sólo como un rollete más que sumar a la que debía ser bastante larga lista de sus conquistas. Así que no intenté nada la primera vez que fuimos juntos al cine. Ni tampoco lo hice la segunda vez. Ni la tercera. Ni en nuestro primer café. Ni en nuestra primera comida sin amigos comunes. Ni ninguna de las veces que quedamos solos. Quería asegurarme de que cuando, por fin, pasara algo entre nosotros ella estaría tan enamorada de mí como yo de ella. Porque gustarle estaba claro que le gustaba. ¿Por qué si no iba a querer quedar conmigo con tanta frecuencia? Incluso me seguía todos los tontos tonteos que yo introducía en nuestras largas conversaciones. Sólo necesitaba asegurarme de que ella también quería algo serio.
¿Cómo pude ser tan tonto? ¿Cómo pude no darme cuenta? ¿Acaso no tonteaba también con otros amigos? ¿Acaso no me hacía comentarios acerca de lo buenos que estaban ciertos tíos? A toro pasado es cierto que siempre me trató como a un amigo más, uno de sus mejores amigos, pero nada más que eso.
Me habría gustado ver la cara de imbécil que puse cuando me enteré de que llevaba un par de semanas saliendo con Jorge. Me lo confesó en un puto Starbucks. "Me habría gustado contártelo antes, pero es que estos temas me dan mucho corte y, aunque me gusta mucho, no sé si vamos en serio o esto no va a llegar a buen puerto, porque no estoy muy segura de lo que él siente por mí...". Creo que fue más o menos ahí cuando empecé a marearme y dejé de escucharla. Simplemente no podía asimilar lo que estaba oyendo. Estuve a punto de perder los nervios y la poca cordura que alguna vez pude tener y empezar a pedirle explicaciones como hubiera hecho cualquier novio cornudo y celoso. Gracias a Dios fui capaz de controlarme a tiempo.
No sólo fui testigo del comienzo de su relación con Jorge, sino que, además, me convertí en el principal confidente de Leyre. "Contigo me resulta tan fácil hablar de estas cosas. A mis amigas no les cuento ni la mitad de lo que soy capaz de confesarte a ti". Fue como si me clavara un puñal en el pecho y luego lo retorciera sádicamente.
Y, de repente, apenas dos meses después de que comenzaran a salir oficialmente, Leyre cortó con Jorge. "Me he dado cuenta de que no estaba realmente enamorada de él" me soltó cuando le pregunté por el tema. En ese momento vi el cielo abierto y pensé que era el momento ideal para confesarle mis auténticos sentimientos. La pobre puso la misma cara que mi hermano pequeño cuando descubría que los Reyes Magos le habían dejado un jersey nuevo en vez del videojuego que había pedido: cara de asombro e incomprensión a partes iguales. Y luego el dardo envenenado, la puñalada mortal: "Carlos, tú me gustas mucho, pero sólo como amigo, siempre te he visto como tal".
¿Acaso hay algo peor que descubrir que la chica de tus sueños nunca tendrá sueños eróticos contigo?

Sueños

-¿Sueñas conmigo?

-A veces.

-¿Despierto o dormido?

-Supongo que de las dos formas. ¿Y tú? ¿Sueñas conmigo?

-No.

-¿No?

-No. A veces sueño con alguien que se parece a ti, que intenta imitarte. Pero no eres tú.

-¿Y cómo lo sabes?

-¿Cómo sé qué?

-Que se parece a mí, pero que no soy yo.

-Porque nunca logra sorprenderme. Siempre acaba haciendo o diciendo lo que yo quiero que hagas o que digas y tú no eres así. Me llamas cuando no quiero hablar contigo y pasas de mí cuando estoy deseando que me llames. Te vas cuando me apetece estar contigo y te quedas cuando necesito espacio. Me haces reír cuando necesito llorar y me haces llorar cuando me quiero reír. Nunca sé cómo interpretar lo que dices o lo que haces.

-Vaya. No sabía que te fastidiara tanto salir conmigo.

-Me encanta salir contigo.

-Pero si me acabas de decir que...

-Todo lo que te he dicho es lo que me gusta de ti, el motivo por el que estoy contigo.

Quiero

La noche me envuelve con sus latidos.

La luna me contempla desde el cielo.

Las estrellas iluminan mis sueños.

No quiero despertar.

No quiero volver a ver el día.

Quiero quedarme contigo eternamente, atrapada en tu sonrisa, prendida del azul de tus ojos, enroscada en tus nudosas manos.

Quiero volver a verte.

Quiero recorrer las calles desiertas a medianoche un lunes cualquiera.

Quiero sentir lo que una vez soñé.

Quiero convertir el idealismo en realidad.

Quiero hacer cotidiano lo real.

Quiero, quiero, quiero...¿podré?

domingo, 8 de junio de 2008

A silly love song?

And if you don't love me, I don't care, I'm gonna have you anyway.

And if you don't want me, I don't care, I'm gonna fuck you everywhere.

So you can pretend there's someone else.

So you can pretend you don't like my bed.

Can't you see, we're meant to be.

Can't you see, it's you and me.

I know you're afraid of losing yourself.

I know you're afraid of coming my way.

Well baby, I'm afraid too.

Well baby, we're not one, we're just two.

And maybe, that's not true.

Or maybe, I'm just like you.

So baby, don't go too far.

So baby, come to the pub.

Because I cant't forget that little kiss.

Because I can't forget the taste of your lips.

So baby, just come to me.

So baby, just hold my hips.

Mi canción del día

¡Tiene huevos! Fui a un concierto suyo sin saber quiénes eran y habiendo oído sólo una canción suya, que tampoco me entusiasmaba. Tuve el privilegio de que pasaran a mi lado camino de los camerinos y es ahora, más de dos años después, cuando realmente lo aprecio. Lástima que no tenga ni una foto suya. Así que cruzaré los dedos y rezaré para que vuelvan a tocar en Copérnico (o en cualquier otro sitio de Madrid, aunque tenga que pagar, que los chicos se lo merecen).

Si te vas

Y si te vas, no te olvides de olvidarme.

Y si te vas, no me dejes recordarte.

Y si te vas, muy lejos ya de mí, no me digas que quieres reencontrarte, en el Café del Arte, muy cerca ya de aquí, en el Café Berlín.

Y si te vas, no me vengas a decir, que mueres sin mí junto a ti.

Y si te vas, no vuelvas a intentar, volver a recomenzar, algo que tuvo un final, algo que siempre acaba mal.

Y si te vas, no vuelvas por aquí.

Y si te vas, no vuelvas a pedir, sentarte junto a mí, reírte y no dormir.

Y si te vas, no vuelvas a exigir, otro pedazo más de mí.

Y si te vas, no vuelvas a correr, de noche junto al tren.

Y si te vas, déjame en paz, que necesito de una vez volar.

Y si te vas, no busques mi carmín, pegado en la punta de tu nariz.

Y si te vas, aléjate de mí.

Y si te vas, no te olvides de morir.

viernes, 6 de junio de 2008

Cerdos y diamantes

Me muerdo los labios para no decir todo lo que debería gritar.

La impotencia invade todas y cada una de las células de mi cuerpo.

No entiendo la imbecilidad humana.

Tampoco quiero entenderla.

Sólo quiero retorcer el pescuezo de algunas personas.

Sólo quiero pisotear los añicos de tu supuesta personalidad.

Corre mientras puedas, hasta que alguien te ponga la zancadilla.

Cuanto más rápido vayas, más dura será la caída.

Pártete la cara.

Huye como un cobarde.

Mi violencia verbal nunca te alcanzará, pero al menos hace que libere la bilis que segrega mi hígado y evita que me vuelva como tú.

O quizás ya lo sea.

Mis venganzas son crueles y no tienen prisas.

Las planeo lentamente.

Puedo esperar todo el tiempo del mundo.

Soy como Michael Cane en "Un plan brillante".

Así que tranquilo, mi querido cerdito, cuando menos te lo esperes, llegará tu San Martín.

jueves, 5 de junio de 2008

Mi canción del día

Sigo enganchada a Zahara. Sigo esperando que llegue el verano. Sigo necesitando vacaciones. Sigo queriendo ir a la playa o, en su defecto, a la piscina. Sigo soñando con recuperar el moreno que tenía en 8º de EGB. Pero sigo pálida y con ojeras. Sigo esperando el cambio, el de los 27, aunque no tenga ni idea de en qué consistirá.

A veces

A veces tengo la necesidad de escribir, aunque no sepa muy bien el qué.

A veces tengo necesidad de verte, aunque no sepa muy bien por qué.

A veces me gustaría hablarte y que tú me susurraras lo que sientes.

A veces necesito escapar de este gris y lluvioso Madrid.

Menos mal que siempre tendré las canciones de múltiples y desconocidos genios, capaces de llevarme lejos, muy lejos de aquí, a un paraíso sin caramelos, que se encuentra dentro, muy dentro de mí.

domingo, 1 de junio de 2008

Mi canción

Siempre había querido que alguien me escribiera una canción, aunque nunca imaginé cómo mi sueño se convertiría en realidad.
Todo empezó como una coña. "Quiero que alguien me escriba una canción", puse en myspace. Y, de repente, NeiZ se ofreció. Por supuesto, yo habría preferido que el voluntario hubiera sido algún tío que estuviera locamente enamorado de mí y, además, tuviera un enorme talento musical. Como, que yo sepa, no había ni hay nadie que cumpla estas características, me pareció buena idea aceptar la proposición de NeiZ. Así que le dije que de acuerdo, ella me escribía una canción y yo iba a su próximo concierto. Ella aceptó y yo pensé que la cosa se quedaría ahí; pero no, al día siguiente tenía escrita mi canción. Claro que, lo mejor de todo, es que la canción me molaba un huevo y, encima, la tía había conseguido escribir algo con lo que yo me identificaba a la perfección basándose sólo en la información que yo tenía colgada en mi espacio. Increíble, pero cierto.
He aquí la letra:
Ana, complete the sky Ana, look at the stars Ana, scape from here and found strange cities Ana, look!the rain is falling the same old rain, your same old smile Ana, travel and find, just cares about the perfect sound the perfect smile. well, you can try to lose yourself on a fantastic garden now, you are smiling...smile while the world run around the sun. y se repite lo de arriba.
Y he aquí la canción:

Allí

En algún rincón oscuro de tu mente, en el fondo de tu imaginación, allí podrás encontrarme.

En un bosque encantado, rodeada de ninfas y espíritus de la naturaleza, cerca de un arroyo de agua cristalina, allí viviré.

En una constelación todavía por descubrir, al lado de la luna llena, en medio de un cielo estrellado, allí te esperaré.

En un castillo en ruinas, en lo más intrincado del laberinto del minotauro, en un palacio decadente, allí iré a esconderme.

Búscame donde quieras, guiado por la brújula de tu corazón.