lunes, 17 de enero de 2011

Al otro lado de la cortina

Al otro lado de la cortina pasan cosas maravillosas, pero yo no puedo verlas. Al otro lado de la cortina existe un príncipe de oficina, una reina de brillantina y un rey de purpurina. Al otro lado de la cortina, la corte de las mentiras moldea la plastilina de las ideas preconcebidas y ahoga en la letrina a quien no acepta la salida de una digna huida. Al otro lado de la cortina, tu boca y la mía trazarían líneas suicidas y endocrinas. Al otro lado de la cortina, tu retina y mi retina bailarían una nueva sinfonía exenta de cacofonías. Al otro lado de la cortina, comeríamos mil mandarinas sin dolor de barriga. Al otro lado de la cortina pasaría lo mismo que pasa hoy día, pero disfrazado por la magia de quien cree en torres sin vigía. Mi corazón de hojalata pertenece a una mujer barata que no da la lata cuando bebe más de un litro de horchata. Vete de aquí y no me vuelvas a repetir que fue muy duro competir con mis ansias de vivir lejos de París. Vete y no me vuelvas a decir que te morirás sin mí. No estamos al otro lado de la cortina y tu boca y la mía se marchitarán en la agonía de las lenguas que se buscan con porfía y no se encuentran ni de noche ni de día.

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