sábado, 1 de enero de 2011

Cazando ranas

Tu boca y mi boca cazando ranas. Tu boca y mi boca cantando nanas. Las palabras repetidas y olvidadas, atascadas en la charca de tu cama, masticadas y regurgitadas, inventadas y borradas, soñadas e imaginadas. La piel que no cambia, que no se torna escamas de serpiente, que continúa recubierta de la pegajosidad anfibia por la que sólo saben resbalar tus labios. No es cierto. Las palabras no se las lleva el viento, sino que quedan suspendidas en la brisa vespertina, adheridas a las motas de polvo de los cadáveres incinerados, acunadas por las lenguas que se mueven sin hablar. Allí me podrás encontrar, en el limbo de las historias que nunca se contarán, que jamás existirán, que nadie vivirá, que simplemente morirán y alguien calcinará.