domingo, 2 de enero de 2011

Mi eterno desamor

Una vez fuiste mi tabla de salvación, mi red, mi colchón. Hoy eres un enorme boquete en mi pulmón, la cicatriz que recorre el centro de mi esternón, la sangrante ampolla de mi talón. Una vez fuiste la caja fuerte que custodiaba mi corazón, la firmeza de mi voz, mi más inamovible opinión. Hoy eres una amarga lección, un negro borrón, mi más odiada canción. Mañana sólo serás el eco de un estruendoso adiós, la sombra de este interminable dolor, el veneno que exterminará mi fe en el perdón, mi eterno desamor.